Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí; Juan 5:39

Ausentes en el cuerpo, presentes en el Señor

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"Porque sabemos, que si la casa terrestre de nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser sobrevestidos de aquella nuestra habitación celestial; puesto que en verdad habremos sido hallados vestidos, y no desnudos. Porque así mismo los que estamos en este tabernáculo, gemimos agravados; porque no quisiéramos ser desnudados, sino sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo, es Dios; el cual nos ha dado la prenda del Espíritu. Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo, que entre tanto que estamos en el cuerpo, peregrinamos ausentes del Señor; porque por la fe andamos, no por vista. Mas confiamos, y mas quisiéramos partir del cuerpo, y estar presentes al Señor, por tanto procuramos también, o ausentes, o presentes, serle agradables, porque es menester que todos nosotros parezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo, ora sea bueno o malo." (2 Co. 5:1-10)

El apóstol Pablo ha sido el escritor bíblico mas torcido, se han tomado sus escritos fuera de contexto para tratar de explicar y apoyar un sinnúmero de doctrinas que no tienen fundamentos bíblicos. Las Escrituras son la palabra de Dios; y Dios es un Dios de orden. No podemos construir doctrinas bíblicas y enseñárselas a otros como si fueran verdades divinas, apoyadas en algunos textos bíblicos sacados fuera de contexto. No podemos jugar con la salvación de ningún ser humano y enseñar lo que no está avalado por toda la Santa Biblia.

"Toda escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para reargüir, para corregir, para instruir en justicia, para que el hombre sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra." (2 Tim. 3:16-17)

Cuando Pablo escribió esto, las únicas Escrituras que existían era el Antiguo Testamento. Entonces, cualquier doctrina bíblica debe de estar apoyada por toda la Bíblia, no una parte sino toda.

"Y tened por salud la paciencia de nuestro Señor; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito también; casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen como también las otras Escrituras, para la perdición de si mismos." (2 Ped. 3: 15-16)

Es interesante que el apóstol Pedro se refiera a los escritos de Pablo como que había en sus tiempos personas que ya estaban torciendo sus escritos.

Y no sólo los de Pablo, sino también las otras Escrituras. ¿A qué Escrituras se refería el apóstol Pedro? Es más interesante notar que cuando los escritores del Nuevo Testamento se refieren a las Escrituras, están hablando de lo que llamamos hoy el Antiguo Testamento. Fijémonos que Pedro no le llama a los escritos de Pablo Escrituras sino epístolas, o sea "cartas". Que el apóstol Pedro entendía que esas epístolas eran tan inspiradas como las "otras Escrituras" se desprende de su propia afirmación, ya que habla de las epístolas basadas en la ""sabiduría que le ha sido dada". El punto en cuestión, es que hay millones de personas que tuercen las Escrituras, a los que el apóstol Pedro llama "indoctos e inconstantes".

¿Quiénes son los indoctos aquí? Aquellos que, o desconocían los escritos de Pablo, o sencillamente eran ignorantes en cuanto a los asuntos espirituales en general. Cuando la religión de Cristo se posesiona del corazón, refina y cultiva su poseedor; pero los que rechazan sus preceptos quedan a merced de las tentaciones como las que presentan lo burladores y falsos maestros.

¿Quiénes son los inconstantes? Aquellos que no permanecen en la fe, que no escudriñan las Escrituras para aprender de Dios, que son como veletas que las lleva el viento, y se dejan arrastrar "por todo viento de doctrinas". Cada uno de nosotros somos responsables de nuestra propia salvación, y debemos de estudiar nuestras Biblias por nosotros mismos. Debemos de enseñar y ser ensenados; pero al enseñar o ser ensenados debemos de exigir siempre y dar un "Escrito está".

Todo texto bíblico tiene su contexto, y para entender los textos de 2 Corintios; necesitamos entender el contexto. Notemos:

El versículo 1 empieza con la palabra "porque"; es una conjunción causal que establece una continuación del tema entre los cap. 4 y 5. Pablo explica que la razón de la esperanza presentada en el cap. 4 deriva de su certeza acerca de la resurrección cuando Cristo venga por segunda vez.

"Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día en día. Porque lo que al presente es momentáneo y leve de nuestra tribulación, nos obra un sobremanera alto y eterno peso de gloria; no mirando nosotros a las cosas que se ven, sino a las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, mas las que no se ven son eternas." (2 Co. 4:16-18).

El apóstol Pablo nos presenta 5 constaste en estos versículos:

  1. Hombre exterior. Es decir, el cuerpo, la parte visible del hombre que decae debido al desgaste de los años, la vida presente.
  2. Hombre interior. Significa la naturaleza espiritual y regenerada del hombre, la cual es renovada diariamente por el Espíritu de Dios (Ro. 7:22; Efe. 3:16; 4:24; Col. 3:9-10; 1 Ped. 3:4). El proceso de renovación avanza sin cesar y mantiene al hombre unido con Dios. Pablo con frecuencia se refiere a esa renovación (Ro. 12:2; Efe. 4:23; Tito 3:5). Un aspecto de la obra del Espíritu Santo es la renovación del creyente, cuya vida espiritual, energía, valor y fe se vigorizan continuamente. La obra de renovación diaria del Espíritu en la vida es lo que produce la restauración completa de la imagen de Dios en el alma humana. De modo que aunque el hombre exterior envejezca y decaiga con los años, el hombre interior continúa creciendo en gracia mientras dure la vida. Pablo podía considerar con tranquilidad las pruebas de la vida, el veloz transcurrir del tiempo, el envejecimiento, el dolor y el sufrimiento y aun la muerte. El Espíritu Santo le proporcionaba al mismo tiempo la seguridad de la inmortalidad, una dádiva que recibiría en el día de la resurrección (2 Tim. 4:8).
  3. Momentáneo. Lo momentáneo no es nada en comparación con la eternidad. Con la perspectiva de la eternidad frente a sí, bien puede el cristiano afrontar cualquier aflicción momentánea. Pocos han sufrido tanto por Cristo como Pablo (cap. 11:23-30). La aflicción lo perseguía en todo momento por dondequiera que iba. Sus aflicciones eran sin duda difíciles de soportar. Pero cuando las comparaba con los goces de la eternidad y la gloria del mas allá, no eran sino "momentáneas" (Ro. 8:18; Fil. 1:29, Heb. 2:9-10).
  4. Lo presente con lo futuro. Pablo explica ahora cómo es posible que veamos las aflicciones de esta vida en su verdadera perspectiva y las cataloguemos como de consecuencias sólo transitorias. La mirada del apóstol estaba fija en las glorias del reino eterno.
  5. Cosas que se ven, cosas que no se ven. Cualquier cosa que capture nuestra atención determinará cómo enfrentaremos las pruebas: si con esperanza y paciencia, o con disgusto y amargura. Lo primero se alcanza contemplando las cosas invisibles del mundo eterno (Fil. 4:8), las realidades espirituales de Cristo; lo segundo es una directa consecuencia de contemplar las cosas visibles y transitorias, como las riquezas, los placeres y la fama. Si fijamos la mente en el carácter y en la vida de Cristo, llegaremos a ser semejantes a él (Heb. 11:10, 26-27, 39-40; 1 Ped. 1:11).

En estos versículos el apóstol está contrastando nuestra vida presente con la eterna, lo que se ve ahora que es momentáneo, pasajero, con lo que no se ve que es eterno.

Con esto en mente vayamos ahora al capitulo 5.

Verso 1: "Porque sabemos, que si la casa terrestre de nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos" Pablo compara nuestro cuerpo humano con una carpa o tienda, y esta comparación era natural para él que se ocupaba de fabricar carpas (Hech. 18:3).

Una tienda es sólo un lugar transitorio para vivir, y puede ser desarmada y transportada u otro lugar en cualquier momento. De acuerdo con Juan 1:14, Cristo "puso su tienda" entre nosotros cuando tomó cuerpo humano al hacerse hombre. Pedro compara nuestro cuerpo humano con una tienda. (2 Ped. 1:13-14).

Leamos Job 4: 19 "¡Cuánto más en los que habitan en casas de lodo, cuyo fundamento esta en el polvo, y que serán quebrantados de la polilla!"

Pero Dios, continua diciendo Pablo en el verso 1, le tiene una casa preparada en el cielo para él. En esta vida hemos recibido un cuerpo con una naturaleza corrompida por miles de años de pecado, pero en la vida futura, Dios nos dará otro cuerpo, otro edificio, no ya una carpa o tienda: "Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo que es hecho de mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano." (Mar. 14:58).

¿Quién creó el cuerpo de Cristo cuando resucitó? ¡Dios!.

En la resurrección de los muertos y la traslación de los vivos, Dios nos dará un cuerpo hecho por él, no un cuerpo humano (hecho de manos), sino un cuerpo celestial incorruptible.

Verso 2: "Y por eso también gemimos, deseando ser sobrevestidos de aquella nuestra habitación celestial" ¿Por qué gime Pablo?: "Porque sabemos que todas las criaturas gimen a una, y a una están de parto hasta ahora. Y no sólo ellas, mas también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, es a saber, la redención de nuestro cuerpo." (Ro. 8:22-23).

Pablo gime porque quiere la adopción, la redención de su cuerpo corruptible hecho de manos, la carpa temporal de esta vida, el hombre exterior que se desgasta. Ser sobrevestidos, Pablo combina ahora la figura de una tienda o casa con la de un vestido. Su confianza absoluta en la resurrección y en las promesas de Dios hacen que la vida futura le parezca incomparablemente preferible a la presente. Pablo se habría sentido feliz de cambiar su cuerpo mortal por su cuerpo inmortal futuro sin sufrir la muerte, la cual describe como ser hallado "desnudo" en el versículo 3.

Verso 3: "Puesto que en verdad habremos sido hallados vestidos, y no desnudos."

Pablo quería ser hallado vestido, o con el cuerpo terrenal, o con el celestial e inmortal.

No quería encontrarse "desnudo" sin la "morada terrestre" (vers. 1), ni la "habitación celestial" (vers. 2). Pablo prefería si hubiera sido posible, ser trasladado sin ver la muerte; quería unirse con el grupo selecto de Enoc y Elías, quienes fueron trasladados sin ver la muerte (Gén. 5:24; 2 Rey. 2:11).

Notemos que Pablo no quiere el estado intermedio: "hallarse desnudo", que es la muerte; porque si ese estado intermedio (en el cual no habría tenido un cuerpo ni terrenal ni celestial); le hubiera ofrecido la perspectiva de estar en forma de espíritu, sin cuerpo, disfrutando de la presencia de Dios, Pablo no habría deseado evitarlo tan fervientemente (2 Co. 5:2-4). No hay lugar para creer o enseñar que el hombre tiene un alma inmortal y que al morir está en un estado consciente, de que se va directamente a la presencia de Dios; es evidente que estas creencias son falsas porque el mismo Pablo no quería morir.

Está bien claro en estos versículos, porque si hubiese sido posible para Pablo morir y estar inmediatamente disfrutando de la presencia de Dios, ¿Por qué el apóstol habría deseado tan ardientemente ser estorbado por otro cuerpo, aunque hubiera sido por un cuerpo celestial? El apóstol Pablo no quería morir.

Verso 4: "Porque así mismo los que estamos en este tabernáculo, gemimos agravados; porque no quisiéramos ser desnudados, sino sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida"

Pablo gime porque no quiere ser desnudado, no quiere morir, quiere que su "cuerpo mortal" sea "absorbido" por la "vida" eterna: "Esto empero digo, hermanos: Que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción" (1 Co. 15:50). Esto no quiere decir que en el cielo y en la tierra nueva no tendremos un cuerpo sin carne ni sangre, pues desde el principio Dios creó a Adán y a Eva para vivir eternamente y ellos tenían carne y sangre. El problema está con el pecado:

"Y entre tanto que ellos hablaban estas cosas, él se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces ellos espantados y asombrados, pensaban que veían espíritu. Mas él les dice: ¿Por qué estáis turbados, y suben pensamientos a vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy. Palpad, y ved; que el espíritu ni tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo." (Luc. 24:36-39).

El problema no está en la carne ni en la sangre ya que Jesús tiene un cuerpo incorruptible

"Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñoreará mas de él" (Ro. 6:9); "Mas nuestra vivienda está en los cielos; de donde también esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo; El cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con la cual puede también sujetar a sí todas las cosas" (Fil. 3:20-21).

Es nuestro cuerpo mortal, nuestra carpa la que no hereda la incorrupción.

Leamos otra vez 1 Co. 15: 50-54: "Esto empero digo, hermanos: Que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuara la palabra que esta escrita: Sorbida es la muerte con victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" Esto no ocurre en el momento de la muerte, sino cuando Cristo venga en su segunda venida. Una vez mas el apóstol Pablo compara la existencia, el cuerpo presente con un vestido; y que cuando Cristo venga seremos vestidos de inmortalidad e incorrupción. No habla de que nuestra alma inmortal va a ser vestida, aquí el apóstol también describe la muerte como un sueño, y que al venir el Señor, los muertos serán levantados de sus sueños y serán vestidos de inmortalidad e incorrupción.

Pero, podemos preguntar; ¿Cuándo esperaba el apóstol Pablo que esto mortal sea revestido de inmortalidad, y ser absorbido por la vida? No cuando él muriera, sino cuando Cristo venga.

Verso 5: "Mas el que nos hizo para esto mismo, es Dios; el cual nos ha dado la prenda del Espíritu."

Dios nos hizo para eso, para el cambio de la mortalidad a la inmortalidad. El cristiano debe ser la persona más alegre en el mundo, pero también la más descontenta con el mundo. Debe de anhelar las realidades eternas, no las cosas transitorias de la tierra. La mente carnal se satisface con lo que pueden ver los ojos; la mente del cristiano, con las cosas que son invisibles (cap. 4:18). El intenso anhelo de justicia y del mundo eterno, antes que por las insignificancias de este mundo, demuestra conversión genuina y madurez cristiana. Es Dios mismo quien nos prepara, nos hace para eso, a través de la obra del Evangelio nos hace aptos para recibir la vida.

Pero, ¿Cómo sabemos esto? Porque el mismo Dios nos ha dado de garantía "la prenda del Espíritu". Una prenda no es todo el vestido, es parte del vestuario completo, y a través de su Santo Espíritu, nos ha garantizado que al final nos dará el vestido completo.

"En el cual esperasteis también vosotros en oyendo la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salud. En el cual también desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia, para la redención de la posesión adquirida para la alabanza de su gloria." (Efe. 1:13-14)

"Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros." (Ro. 8:11).

Versos 6, 7 y 8: "Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo, que entre tanto que estamos en el cuerpo, peregrinamos ausentes del Señor; porque por fe andamos, no por vista. Mas confiamos, y mas quisiéramos partir del cuerpo, y estar presentes al Señor."

Una lectura superficial de estos versículos ha hecho muchos lleguen a la conclusión de que con la muerte el alma del cristiano inmediatamente se hace presente ante el "Señor", y que Pablo daba la bienvenida a la muerte deseando ardientemente estar con el Señor (vers. 2); pero en los vers. 3 y 4 ha descrito la muerte como un estado de desnudez. De serle posible espera evitar ese estado intermedio, pero anhela intensamente estar "revestido" de aquella habitación celestial. Pablo esperaba ser trasladado sin ver la muerte. En otros pasajes (1 Co. 15:51-54; 1 Tes. 4:15-17; 2 Tim. 4:6-8, etc.)

Pablo afirma con certeza que los hombres no son "revestidos" de inmortalidad individualmente al morir, sino simultáneamente en la resurrección de los justos.

Para afirmarlo de otra manera; hemos leído en 2 Co. 5:2-4; que Pablo ya ha declarado que la "vida" (evidentemente la vida inmortal), se alcanza cuando uno es "revestido" con su "habitación celestial" en la resurrección (vers. 4), no estando "desnudo" o "desnudado" debido a la muerte. En el vers. 8 expresa el deseo de estar ausente "del cuerpo" y presente "al Señor", y es obvio que "estar ausentes del cuerpo" no significa estar desencarnado (desnudo), pues en los vers. 2-4 ha afirmado claramente que no desea ese estado intermedio y que lo evitaría de ser posible.

Por lo tanto, tener "vida" (vers. 4) y estar presente "al Señor" (vers. 8) requiere la posesión de "aquella habitación celestial" (vers. 2). Por estas razones un estudio cuidadoso de las declaraciones de Pablo elimina clara y decisivamente cualquier posibilidad de un estado consciente entre la muerte y la resurrección en el que los seres humanos, como espíritus descarnados (desnudos), estarán "presentes al Señor".

En la Biblia se afirma que la muerte no es sino un sueño del cual serán despertados los creyentes en la primera resurrección (Juan 11:11-14, 25-26; 1 Co. 15:20, 51-54; 1 Tes. 4:14-17; 5:10). Sólo entonces los fieles que estén vivos y los fieles resucitados estarán con el Señor. Ninguno de esos grupos precederá al otro. Lo enseña la Biblia.

Verso 9: "Por tanto procuramos también, o ausentes, o presentes, serle agradables"

Entonces a la luz de lo que hemos estudiado, "ausentes" del Señor, significa en esta vida, "presentes" cuando Cristo venga, debemos de serle agradables, vivir por fe.

La gran preocupación de Pablo no era si continuaría viviendo o si pronto terminarían sus labores terrenales. Su único interés era que, a pesar de cualquier cosa que sucediera, su vida fuera tal que recibiera la aprobación de Dios. (2 Tim. 4:6-8; Mat. 25:21; Luc. 19:17).

Verso 10: "Porque es menester que todos nosotros parezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo, ora sea bueno o malo."

La conjunción "porque" relaciona este versículo con lo anterior. El hecho de que tendría que presentarse delante de Dios en el gran día del juicio, era razón suficiente par que Pablo procurara con tanto fervor ser considerado como "agradable" ante el Señor.

Cada uno de nosotros seremos pagados según nuestra obra que hemos hecho en esta vida, una vez mas el apóstol Pablo compara la vida presente con el estar vestido.

Ahora nos dirige la atención al gran día del juicio de Dios, donde Jesús es el juez, y se sabrá por qué algunos heredaran la vida eterna, "el edificio no hecho de mano, y por qué otros no". Según el propio Pablo el juicio no se realiza cuando morimos, no somos juzgados al morir, sino en el día que Dios ha establecido: "Por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo con justicia, por aquel varón al cual determinó; dando fe a todos con haberle levantado de los muertos" (Hech. 17:31).

"Y también le dio poder de hacer juicio, en cuanto es el Hijo del Hombre" (Ju. 5:27)

Exactamente como lo expresa el versículo 10.

Entonces no nos vamos al cielo o al infierno al morir, porque si así fuera el juicio se realizaría cuando la persona muere y eso no es lo que enseña la Biblia.

Tomar estos versículos y torcerlos para apoyar la inmortalidad del alma y el estado consciente de los muertos, es opacar las grandes verdades que nos enseña Pablo aquí.

El nos dice que debemos de cuidar nuestra "carpa", nuestro tabernáculo terrenal, nuestro hombre exterior porque es el templo del Espíritu Santo.

Debemos de vivir anhelando siempre a cada momento ser "agradables" al Señor. Contemplando las cosas eternas y no las transitorias de nuestra vida presente; estas y más son las verdaderas enseñanzas que se desprenden de estos versículos.

Pablo nos lleva a la doctrina de la resurrección y del juicio final; no a la inmortalidad del alma. Debemos de prepararnos para ser aprobados por Dios y vivir confiando en sus promesas porque nos ha dado como garantías las "arras", "prendas" de su Espíritu.

¡Aleluya!