... Yo soy Jehová vuestro Dios; andad en mis ordenanzas, y guardad mis derechos, y ponedlos por obra: Y santificad mis sábados, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios. Ezequiel 20:19, 20

Hablemos del sábado 1era parte

{ Suministrado por Alberto Cervantes Sanabria }

Algunas razones para no guardar el sábado como día de reposo

¿Cuáles son los Mandamientos de Cristo?

Cristo dijo en una oportunidad: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14:15). Cuando le preguntaron directamente cuáles eran, respondió: "el amor a Dios por sobre todas las cosas, y segundo, el amor al prójimo" (Mateo 22:37-40). Esos son los MANDAMIENTOS DE DIOS, y así lo reconoce prácticamente la totalidad de las iglesias cristianas.

El problema surge cuando, como cristianos, declaramos que esos mandamientos aluden claramente al Decálogo. ¿De dónde sacamos eso?. Bueno, si lees los 10 mandamientos, notarás que los primeros 4 se refieren al amor a Dios, y los 6 restantes, al amor al prójimo. En otras palabras, estamos diciendo que los 4 primeros mandamientos SE RESUMEN en el amor a Dios, y los 6 restantes SE RESUMEN en el amor al prójimo.

PARA COMPROBAR ESTO, vayamos a Romanos 13:9 y 10, que dice: "Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor". De manera que la esencia del Decálogo es el amor.

Sabiamente Cristo resumió el Decálogo en amor a Dios y al prójimo para hacer más comprensible su naturaleza. El quiere que comprendamos que el verdadero y real cumplimiento de la Ley viene determinado por nuestro amor a El y consecuencialmente, nuestro amor a los demás.

Si usted reconoce que la ley se resume en el amor, entonces reconoce que la ley existe y no ha muerto (Salmos 111:7,8). Reconocerá, además, que la ley es un reflejo de Dios, quien de acuerdo a 1 Juan 4:8 es Amor también. Asimismo reconocerá que el deseo de Dios para con sus hijos es escribir la ley en sus corazones y mentes (Hebreos 8:10). Ahora la pregunta que yo le hago es ¿Ama de verdad usted a Dios?

El Nuevo Testamento presenta sólo dos mandamientos

Muchos, al leer Marcos 12:28-34 creen que Cristo enunciaba dos mandamientos nuevos. En aquella ocasión un escriba le preguntó cuáles eran los grandes mandamientos. "Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos"

El mismo Jesús mencionó el segundo gran mandamiento como un mandamiento nuevo: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros" (San Juan 13:34). ¿Eran realmente nuevos estos mandamientos?

La verdad es que no. El primero mencionado por el Señor está en Deuteronomio 6:5, y el segundo en Lev.19:18. Entonces ¿por qué Cristo presentó el segundo gran mandamiento como un mandamiento nuevo?.

El apóstol Juan nos aclara el dilema. 1 Juan 2:7-11, dice: "Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra. El que dice que está en luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe adonde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos"

En consecuencia, el mandamiento del amor al prójimo y el del amor a Dios habían sido dados desde un principio, pero pocos los habían comprendido. Para los judíos eran como mandamientos nuevos, ya que Cristo con su ejemplo dio una nueva luz para comprender su real significado (ver estudio anterior). Concluimos pues, que el Nuevo Testamento no presenta dos mandamientos nuevos, aunque para los judíos sí lo parecían. Estos dos mandamientos constituyen los mandamientos de Cristo, y deben ser los mandamientos de nosotros también.

Ya no estamos bajo ayo (Gálatas 3:25)

Gálatas 3:24 y 25 dice textualmente: "De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo".

¿Quiere decir esto que por la fe ya no necesitamos la ley? ¿Cómo debemos entender estos versículos?

Para comenzar, un "ayo" es la persona encargada de criar, educar e instruir a niños y jóvenes, de modo que lo que Pablo nos dice es que la Ley es el encargado de instruirnos, pero ¿instruirnos en qué?

Romanos 3:20 nos dice que "por medio de la ley es el conocimiento del pecado", y Romanos 2:18 nos dice que nos enseña cuál es la voluntad de Dios: conoces su voluntad (la de Dios), e instruido por la ley a pruebas lo mejor".

Esta es la única y real función de la ley: educarnos para ser hijos de Dios. Nos muestra la voluntad de Dios y nos lleva a Cristo (Gálatas 3:25), quien es el único que puede perdonarnos nuestros pecados o desobediencias a la ley de Dios (1 Juan 3:4).

Es entonces cuando, del mismo modo que un alumno universitario se gradúa y ya no necesita sus ayos o maestros, una vez que la ley nos enseña a aceptar a Cristo por fe, somos hechos nuevas criaturas, y de pecadores pasamos a ser obedientes hijos de Dios (2 Corintios 5:17). Así que "venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús" (Gálatas 3:25,26).

¿Podrá el recién egresado de medicina desoír todo lo que sus maestros le enseñaron y hacer desde ahora todo lo que quiera? Del mismo modo, habiendo conocido y aceptado a el perdón que Cristo nos ofrece por fe en El, ¿olvidaremos lo que el ayo (la ley) nos enseñó?

Veamos lo que dice Pablo: "¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley" (Romanos 3:31). Ver tb.1 Juan 3:24; 5:3.

Si "pecado" es "transgresión de la ley" (1 Juan 3:4), al ser hechos hijos de Dios, comenzamos una nueva vida, sin pecado, porque "todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios" (1 Juan 3:9).

En resumen, el creyente que ha sido justificado por la fe en Cristo, ya no necesita la instrucción de la ley, pues vive según la ley, conforme a lo que ella enseña, y que es la voluntad de Dios. Esta fe no anula la ley, sino que la confirma en el corazón del creyente.

Nadie será justificado por las obras de la Ley

Romanos 3:20 parte diciendo que "por la obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él (Dios)". Pero veamos qué agrega a continuación: "porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado".

O sea, la ley no nos puede justificar porque ése no es su propósito. La Biblia claramente dice que el propósito de la ley es señalarnos el pecado, para luego llevarnos a Cristo (Gálatas 3:24), quien es el único que puede justificarnos (Hechos 4:12) y borrar nuestros "pecados" (Mateo 1:21; Juan 1:29; 1 Juan 3:5), es decir, nuestras desobediencias a la ley de Dios (recordemos que "pecado es infracción de la Ley"; 1 Juan 3:4; Romanos 7:7).

El apóstol Santiago lo ejemplifica aún más claramente al comparar la ley con un espejo (Santiago 1:22-25). A través del espejo podemos ver nuestras manchas, más no lavarlas. No por eso vamos a romper y desechar el espejo, ya que por él comprendemos nuestra necesidad de ser limpiados.

Es Cristo quien puede lavar nuestras machas de pecado, pero es la ley la que nos muestra las manchas y la necesidad de ser llevados a Cristo.

No somos salvos por dejar de codiciar, sino que dejamos de codiciar porque fuimos salvados de esos pecados. Del mismo modo, no somos salvados por guardar el sábado, sino que guardamos el sábado porque fuimos salvados por Cristo.

Cristo es el único que puede salvarnos de nuestro deseo de pecar. "todo lo puedo en Cristo, que me fortalece" (Fil.4:13). Si acudimos a El, nos hace nuevas criaturas, con nuevos deseos (2 Corintios 5:17). De manera que la presencia del pecado o de la desobediencia en nuestra vida es demostración de que no hemos experimentado la salvación en nosotros.

Por eso dice la Biblia: "En esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él" (1 Juan 2:3,4). También Santiago aprueba esta declaración (2:10 -12).

Como conclusión podemos señalar que necesitamos tanto de la ley como de la fe en nuestras vidas. Necesitamos la ley para comprender que necesitamos ser limpiados por Cristo, y necesitamos la fe para alcanzar la gracia de la salvación que Jesús nos ofrece. Es entonces cuando alcanzamos su justicia. Pero el verdadero creyente nunca es pasivo."Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta" (Santiago 2:26). En consecuencia, el resultado de la fe es la obediencia, porque la fe no anula la ley, sino que la confirma (Romanos 3:31)

El Fin de la Ley es Cristo

Romanos 10:4 nos dice que "el fin de la ley es Cristo". ¿Quiere decir esto que con la llegada de Cristo la ley perdió su valor para los cristianos?

La palabra "fin" se traduce del griego "tellos", que en ambos idiomas tiene dos significados: el de finalización de algo, y el de propósito u objetivo. Entonces ¿con cuál significado está hablando Pablo?

Usando el principio bíblico de interpretación de comparar escritura con escritura (Isaías 28:10), vayamos a otros pasajes del mismo Pablo referentes a la Ley.

Gálatas 3:24 nos dice que la ley es "nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe".

En otras palabras, la ley es nuestro instructor con el fin u objetivo de llevarnos a Jesús. De modo que cuando Pablo nos hablaba del fin de la Ley lo hacía con el sentido de propósito u objetivo.

Para completar un poco más el cuadro, debemos señalar que así como dice el texto, la ley nos lleva a Cristo para que El nos justifique por la fe. Ahora viene la pregunta que el mismo Pablo contesta: "¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley" (Romanos 3:31).

Es decir, la fe confirma la ley de Dios en el corazón del creyente. La ley ya ha cumplido su función de señalar el pecado (Romanos 7:7) y llevar al pecador a Cristo. El pecador arrepentido comienza una nueva vida según la ley escrita desde entonces en su corazón (Romanos 7:22).

Todo lo anterior se corrobora si leemos el pasaje comentado completo: "Porque el fin (propósito) de la Ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree".

La Ley y Colosenses 2:14

Colosenses 2:14 dice que la muerte de Cristo anuló "el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz". Jamás se anuló la ley de los diez mandamientos, sino "el acta de los decretos". La palabra griega traducida como "acta" es "Cheirografon". Primariamente quiere decir "contrato escrito" o "certificado de deuda" resultante de alguna transgresión. También "libro con registro de pecados" usado para la condenación del transgresor. O sea que lo que fue clavado en la cruz fueron los registros de nuestros pecados que "estaban contra nosotros" condenándonos a muerte" (Romanos 6:23; véase 2 Tim.1:10). Esa era la misión principal de Cristo, "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Por esto fue llamado Jesús, porque "él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21).

La obra del Señor no era quitar la ley de Dios, sino el pecado, que es la transgresión de esa ley (1 Juan 3:4). Así se cumplió la promesa: Yo, yo soy el que borro tus rebeliones..." (Isaías 43:25). De este modo, destruyendo el "cheirografon", o sea el "registro de nuestros pecados", o bien las evidencias de nuestros pecados, Cristo despojó "a los principados y potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz" (Col.2:15).

La letra mata, pero el Espíritu vivifica

2 Corintios 3:7 dice que la ley grabada con letras en piedras fue un ministerio de muerte.

Para darnos cuenta del significado de 2 Corintios 3:7, basta sólo con pensar detenidamente en qué sentido la ley es "muerte y condenación". Sabemos que Jesús resumió el Decálogo como la ley del amor y que sólo por amor se puede cumplir (Romanos 13:8-10). Sabemos, además que por lo mismo, se trata de una ley espiritual (Romanos 7:14). Entonces ¿cómo podría ser muerte y condenación?.

En este punto, debemos recordar cómo funciona esta ley en el pecador.

Hemos visto que la ley del amor cumple el rol de perfeccionarnos mostrándonos nuestra condición pecaminosa. Sabemos que "la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23), de modo que al ver nuestra situación espiritual nos damos cuenta de que estamos "muertos" espiritualmente, y naturalmente destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Así es como la ley cumple su "ministerio de muerte y condenación" (leer Romanos 7:7-13). Sin embargo, nos lleva a Cristo, la salida, en quien por la fe alcanzamos la gracia (Gálatas 3:24). La evidencia de nuestra fe sincera será nuestra obediencia NO A LA LETRA de la ley, sino a su esencia, y que es el amor. Toda mi vida, mi actuar y mis pensamientos demostrarán si cumplo la ley espiritual. De esta manera, la ley que me había condenado, ahora me VIVIFICA (Romanos 8:2), pues comienzo a vivir según ella, aborreciendo todo camino oscuro de maldad. Sólo de esta manera, me convierto en hijo de Dios al ser parte del único pacto cuyo objeto siempre fue el de tener escrito el carácter divino del amor en la mente (Hebreos 10:16,17).

Si leemos 2 Corintios 3:5,6, notaremos que es a esto a lo que el apóstol Pablo se refiere: "...nuestra competencia viene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, NO DE LA LETRA, SINO DEL ESPIRITU; porque LA LETRA MATA, mas el ESPIRITU VIVIFICA". La ley espiritual termina siendo vida para mí, luego de darme la muerte, siempre y cuando vaya a Cristo (Romanos 8:4; 7:10), cual es su objetivo máximo.

La Ley y los profetas eran hasta Juan

Lucas 16:16 dice: "La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él".

Al leer este versículo algunos creen encontrar un fundamento para anular la vigencia de la ley. ¿Afirma este texto que "terminó" o dejó de tener valor la ley?.

Para comenzar, "la ley y los profetas" era una expresión que designaba todo lo que nosotros conocemos por Antiguo Testamento. "La ley" incluye los cinco libros de Moisés; y "los profetas", los escritos de los profetas.

El hecho de que se dijera que eran hasta Juan, quiere decir que esos escritos eran los únicos documentos que contenían, hasta entonces, lo revelado por Dios respecto de su reino (ver Mateo 11:13). En Mateo 5:17 encontramos que Cristo declara que su misión no era "abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir". En efecto, El cumplió las figuras y sombras ceremoniales contenidas en los libros de Moisés como la gran realidad prefigurada, y en El se cumplieron las profecías mesiánicas. Por eso declaró que las Escrituras daban testimonio de El (Juan 5:39). De manera que "la ley y los profetas" (Antiguo Testamento) no fueron abolidos por Cristo, sino cumplidos en El.

Pero hay un aspecto que también está implícito en esto de "la ley y los profetas".

Al señalar los dos grandes mandamientos, los cuales son un resumen de los Diez Mandamientos (ver preguntas 1 y 2), Cristo dijo que de ellos "depende toda la ley y los profetas" (Mateo 22:40). En otras palabras, el Señor afirma que el Antiguo Testamento es la exposición de los dos grandes principios enunciados: amor a Dios y amor al prójimo. Esto queda más claro al recordar lo que Cristo dijo en otra oportunidad: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas" (Mateo 7:12), y con lo que Pablo declara: "Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo" (Gálatas 6:2).

En consecuencia, los principios que sustentan el Antiguo Testamento permanecen vigentes para nosotros. Las profecías mesiánicas y las sombras de Cristo se cumplieron en su persona, pero ello no quita validez ni a la Palabra de Dios ni a su Ley, sino que por el contrario, las confirma.

No estáis bajo la ley, sino bajo la gracia" (Romanos 6:14)

Esta declaración de Pablo no aparece así en el original, el que literalmente dice "no estáis bajo ley", sin el artículo definido, ni precediendo a "ley ni a "gracia". De manera que Pablo no se está refiriendo a una ley en particular, sino a "ley" como un principio general.

Lo que Pablo quiere decir es que los cristianos no están bajo ley como un camino de salvación, porque no es misión de la ley el perdonarnos ni darnos poder para vencer el pecado, sino que revelarlo (Romanos 3:20). Es por la fe en Cristo que se entrega la gracia de Dios. El pecador arrepentido es perdonado y recibe el poder divino para vivir sin pecado. Por eso el texto in comento comienza diciendo: "Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo ley, sino bajo gracia".

Mientras una persona permanezca bajo la ley, permanece también bajo el dominio del pecado, pues la ley no puede salvarlo ni de la condenación del pecado ni de su poder. Pero los que están bajo la gracia no sólo reciben la liberación de la condenación (Romanos 8:1), sino también el poder para vencer (Cap.6:4). En esta forma el pecado ya no tiene poder sobre ellos.

"La ley es una sola"

Una parte considerable de las profesas iglesias cristianas de la actualidad aducen equivocadamente que no podemos hacer distinción entre el Decálogo y el resto de las leyes dadas a Israel porque la ley es una sola de modo que los textos que se refieren a la abolición de las leyes ceremoniales incluiría la pérdida de valor y vigencia de la Ley de Dios. Basan esta posición en Santiago 2:10 que dice: "Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos". Según ellos, el versículo mencionado estaría aseverando que si estamos dispuestos a obedecer los Diez Mandamientos, debemos obedecer también la ley mosaica. ¿Es esto tan así?

Con seguridad podemos decir que no. Primero que todo, la acepción "ley" en la Biblia tiene muchos significados (Pentateuco, ley moral, ley civil, ley ceremonial, ley como principio general, etc.), de modo que para poder interpretar el texto hay que utilizar el principio de interpretación contextual, es decir, ver el contexto del pasaje.

Casi como si Dios no quisiera dar lugar a dudas, el verso siguiente nos da la respuesta: "Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley".

Así tenemos que Santiago 2:10 se está refiriendo específicamente a los Diez Mandamientos y no a "ley" como principio general. Esto es más comprensible cuando recordamos cuál es la naturaleza de la Ley de Dios. Romanos 13:8-11 nos afirma que los Diez Mandamientos se resumen en un principio máximo: EL AMOR. Ahora entendemos a qué se está refiriendo Santiago cuando hablaba de la unidad de la Ley. Evidentemente el amor, como principio y esencia de la Ley de Dios, no puede dividirse. No puedo decir que amo a Dios si hay un aspecto en mi vida y en mi carácter, por pequeño que parezca y que revele mi falta de amor a El. Por eso Cristo dijo: "El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto" (Lucas 16:10), "De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; más cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos..." (Mateo 5:19).

La ley de Dios jamás ha perdido su vigencia. Ella es el reflejo del carácter de Dios (1 Juan 4:8), de manera que posee una naturaleza especialmente preponderante con relación a las demás leyes que Dios ha dado a este mundo. La Ley de Dios es una ley universal, dada a la humanidad entera como manifestación de su voluntad y el espejo que revela nuestro carácter (Santiago 211-13; 1:22-25).

A continuación transcribiré un par de testimonios de protestantes con relación a este tema:

"Los diez mandamientos no son diez leyes diferentes; son una ley. Si yo soy sostenido en el aire por una cadena de diez eslabones y rompo uno de ellos, caigo tan ciertamente como si rompiera los diez. Si se me prohíbe salir de un lugar cerrado, no hace ninguna diferencia cuál sea el sitio por donde salga" (D.L. Moody,Weighed and Wanting, [Pesado y hallado falto], ed. 1898, pág.119).

"Al amar él [un metodista] a Dios, guarda sus mandamientos, no sólo uno, o la mayoría de ellos, sino todos, desde el menor hasta el mayor. No está satisfecho con 'guardar toda la ley, y ofender en un punto'; sino que tiene, en todos los puntos, 'una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres'" (Juan Wesley,The Character of a Methodist[El carácter de un metodista], enWorks[Obras], tomo 8, ed. 1830, pag.344).

"La ley fue un yugo"

El Nuevo Testamento indica que las leyes ceremoniales (de las cuales la circuncisión se usa a veces para representar todo el sistema) eran un "yugo, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar" (Hechos 15:1,5,10), eran una "pared intermedia" de "enemistades" (Efesios 2:14,15).

Como sabemos, estos ritos enseñaban el evangelio (Hebreos 4:1,2) en figura, y fueron ordenados al hombre desde los días de Adán y ampliados en el sistema del santuario, entonces ¿por qué el Nuevo Testamento va contra esos ellos? Hay dos razones:

  1. Los judíos habían convertido esos ritos en obras de salvación lo cual los convirtió en una esclavitud (Nótense los argumentos de Pedro y Pablo en Hechos 15:9-11 y Gálatas 2:16;5:4-6).
  2. Los judíos pervirtieron esas leyes-rituales agregando numerosas enseñanzas y pretensiones rabínicas. Léase Marcos7:1-13.

Cuando Cristo estuvo en esta tierra, los hombres estaban esclavizados a leyes hechas por los hombres. Jesús dijo: "!Ay de vosotros también, doctores de la ley! Que cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar; mas vosotros ni aun con un dedo tocáis las cargas" (Lucas 11:46). También dijo: "Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os dijeren que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; mas ni aun con su dedo las quieren mover" (Mateo 23:2-4. Léase Mateo 7:21-27).

Esto demuestra que si la ley se convirtió en un "yugo" fue debido a que la tradición judía pervirtió su naturaleza y propósito.

La salvación por gracia: ¿sólo en el Nuevo Testamento?

¿Es verdad que en el Antiguo Testamento las personas fueron salvas por la obediencia de la ley, mientras que en el Nuevo Testamento, la salvación es por la gracia?

Tanto en el Antiguo Testamento como en el nuevo, la salvación es por la gracia a través de la fe. Tito 2:11 afirma: "Porque la gracia de Dios se ha manifestado a todos los hombres". En el Antiguo Testamento los hombres y mujeres fueron salvos por el Cristo que había de venir. Cada cordero sacrificado señalaba hacia el futuro, a la llegada del Mesías (Génesis 3:21; Génesis 22:9-13). En el Nuevo Testamento, los hombres y las mujeres son salvos por el Cristo que ha venido. En un caso, la fe miraba hacia la cruz en el futuro; en el otro caso, la fe mira hacia la cruz en el pasado. Jesús es el único medio de salvación (Hechos 4:12).

"Nada perfeccionó la ley"

Afirmar que la Ley de Dios no es perfecta es afirmar que Dios no es perfecto porque la Ley es un reflejo de su carácter.

"La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma" (Salmo 19:7). La perfección de la Ley sólo puede ser percibida por un carácter que armonice con sus principios. Así sucedió con Pablo, quien quedó maravillado por la naturaleza de la Ley al declararla santa, justa y buena (Romanos 7:12).

La Ley ha influenciado la vida de muchos cristianos al guiarlos a Cristo (la ley es un "ayo", Gálatas 3:25). También ha impresionado la vida de prominentes líderes religiosos. Veamos por ejemplo, los siguientes comentarios de conocidos pastores protestantes:

"¿Hay tal cosa como una ley perfecta? Toda cosa que procede de Dios es perfecta. La ley en la cual estamos pensando vino de él. Se mancilló en nuestras manos. Nosotros le quitamos y tratamos de añadirle, y de esa manera llega a ser menos perfecta. En un sentido verdaderamente real la ley de Dios es la manifestación de la naturaleza del Señor. No podría ser menos perfecta que él" (The Augsburg Sunday School Teacher[El maestro de la escuela dominical de Augsburgo] (Luterano), agosto de 1937, tomo 63, No.8, pág.483. Comentario sobre la lección de la escuela dominical para el 15 de agosto).

"Ningún legislador humano podría haber publicado una ley como la que hallamos en el decálogo. Es una ley perfecta; porque todas las buenas leyes humanas pueden hallarse en ese breve compendio y resumen de todo lo que es bueno y excelente en la relación con Dios, o entre hombre y hombre" (C.H. Spurgeon,Sermons, serie 2, 1857, pág.280).

La Ley de Jehová es perfecta, perfectamente libre de toda corrupción, perfectamente llena de todo bien (como un alimento integral) y perfectamente apropiada para el efecto al que fue destinada (2 Ti.3:17). Nada se le puede añadir; nada se le debe quitar. Sirve parar restaurar o reanimar (lit.convertir) el alma; es decir, para hacerla volver a sí misma (Lucas 15:17 "vuelto en sí"), a Dios y al deber.