{ Suministrado por Alberto Cervantes Sanabria }
Es común escuchar de hermanos que observan el domingo "Todos los días son del Señor. No hay ninguno en especial".
Aunque todos los días tienen la misma cantidad de horas, y en cada uno de ellos debemos manifestar una conducta cristiana, la Biblia señala que existe una diferencia. Al respecto surgen dos argumentos muy poderosos:
Sabiamente el Señor quiso grabar esta lección en la mente de los israelitas mediante una lección que se repetiría durante 40 años: "Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. Mas en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día" (Éxodo 16: 4-5). El sexto día era un día de preparación para el sábado. Ello asigna al séptimo día una notoriedad aún más marcada, puesto que para recibir un sábado se requiere una preparación. El sábado es una ocasión especial, y debe tratarse como tal.
Tal vez, si comprendemos qué significa "bendecir" y qué "santificar" podamos comprender la naturaleza espiritual especial que Dios le asigna a este día.
BENDECIR significa "alabar, celebrar, ensalzar". En este sentido, Dios ensalzó al sábado sobre el resto de los días de la semana.
SANTIFICAR significa "hacer santo, dedicar algo a Dios, apartar algo para un uso sagrado". De modo que Dios anhela un trato especial y sagrado al sábado.
En consecuencia, cuando Dios bendijo y santificó el séptimo día, lo hizo definidamente diferente de los demás días del ciclo semanal. ¿Podemos como cristianos rechazar o despreciar la bendición y santificación que Dios da a su día?
Todos los días son del Señor en el sentido de que en todos ellos debemos mantener una comunión personal con El. La fortaleza espiritual debe aprovisionarse cada día. Pero el sábado va más allá que nuestra relación diaria con Dios. Es el día que el Señor hizo "por causa del hombre" (Marcos 2:27), y es a la vez el día del Señor (Marcos 2:28). Dios quiere que le dediquemos un tiempo especial dentro de la semana, un día que El determinó en la creación. Quiere que ese día abandonemos nuestras labores comunes de la semana para tener un compañerismo más profundo con El; quiere que descansemos de nuestras obras para reposar espiritualmente en El.
Debemos tener cuidado con eso de que "todos los días son para el Señor, de modo que todos los días son iguales". Esa es una mentira mezclada con verdad. Es prácticamente lo mismo que el diablo le llevó a pensar a Eva (todas las frutas son buenas, porque Dios es bueno y no puede hacer nada malo).
Cuando algunos israelitas fueron a buscar maná el séptimo día, no hallaron, y Jehová les reprochó: "¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes?" (Éxodo 16: 27-28). Dios fue siempre muy específico al señalar cuál era su verdadero día de reposo, y él espera que nosotros hagamos lo mismo.Dios nos muestra la diferencia, la cual también existía para los profetas y los apóstoles. De hecho no existe ni un solo versículo bíblico en que algún hombre de Dios denomine al séptimo día de otra manera que no sea "shabbat", que quiere decir "día de reposo".
A menudo se considera al séptimo día como el día de reposo judío por antonomasia. Esto es debido a que el pueblo judío ha sido uno de los pocos que respetó la santidad de ese día, pero nunca ha sido el propósito de Dios que sólo los judíos lo observaran. Dios dio el sábado a toda la humanidad. A continuación analizaremos los argumentos más importantes a este respecto:
El sábado es una institución conmemorativa de la Creación (Éxodo 20:8-11). Observarlo implica reconocer a Dios como el Creador de todo. Difícilmente esto puede ser privilegio exclusivo de los judíos.
El hecho de que el sábado haya sido instituido en la creación (Génesis 2:1-3) demuestra fehacientemente que fue dado ala humanidad entera, puesto que fue dado a Adán y Eva, quienes NO ERAN JUDIOS.
Éxodo 16 demuestra que el sábado se observaba antes de la dictación de la Ley en el monte Sinaí. Al leer el capítulo verás cómo algunos judíos recogieron maná del desierto un sábado, transgrediendo el mandamiento del Señor. Esto demuestra cómo el sábado fue transmitido de generación en generación desde los días de nuestros primeros padres. Al parecer, esto ocurrió con todos los mandamientos. Si leemos Génesis 26:5, ahí se dice que Abraham ya conocía y observaba los mandamientos de Dios. Fue con posterioridad a esta escena cuando Moisés recibió las tablas de la Ley.
Dentro del Decálogo. El mismo cuarto mandamiento nos dice que el sábado se extiende no sólo a los judíos, sino también "al extranjero" (Éxodo 20:10), con el objetivo de que todos puedan gozar de las bendiciones del sábado. ¿Ves cómo era el propósito de Dios que TODOS pudiesen disfrutar de las bendiciones del sábado?
Dios lo llama "SU DIA SANTO" (Isaías 58:13, ver tb. Marcos 2:28). En consecuencia, el Sábado es el día de Dios, de modo que tanto judíos como gentiles tienen acceso a él(Isaías 56:6,7). Esto implica, por otra parte, que no puede el hombre disponer a su arbitrio el día especial de consagración a Dios.
Cristo mismo declaró que el sábado fue hecho "por causa del hombre", es decir, para el hombre, en beneficio de él(Marcos 2:27). Si ello es así, Dios nos invita a todos a participar de él.
Existen, además, datos históricos que demuestran que el postulado de "el sábado pertenece a los judíos" comenzó en la iglesia primitiva por parte de algunos profesos "cristianos" que para evitar la persecución de la que los judíos eran objeto, repudiaron lo que consideraban las características más comunes de los judíos, entre las que estaba observar el sábado.
Podemos concluir que el sábado, así como el resto de los mandamientos, fueron dados a la humanidad entera. Eclesiastés 12:13 nos dice que los mandamientos de Dios "son el todo del hombre". No dice que son el "todo del judío", sino "del hombre". "Estas leyes son mucho más que un conjunto pasajero de reglas para un determinado grupo de personas. Han sido ampliamente reconocidas como universales y permanentes" (Abramos la Biblia; Mary Batchelor; pág.23).
Dios instituyó el sábado en la Creación (Génesis 2:1-3). Aunque el Génesis no dice literalmente que Adán y Eva hayan guardado el sábado, esto lógicamente ocurrió así y por varias razones que se exponen brevemente a continuación:
Génesis 2:3 dice que Dios bendijo y "santificó" el sábado. Santificar significa "apartar algo para un uso sagrado". Es decir, en la Creación, Dios apartó el sábado para que tuviera un tratamiento especial.
El Sábado es un día de reposo PARA EL HOMBRE (Marcos 2:27), para recordar a Dios como el Creador de todo. Por lo tanto si fue hecho para el hombre, Adán y Eva tuvieron que haberlo conocido y observado. "Los primeros padres tienen que haberlo sabido. De lo contrario las palabras 'lo santificó' no tendrían sentido. No tendrían significado alguno amenos que se refirieran a quienes se les requiriera que lo santificaran." (Un Comentario sobre las Sagradas Escrituras; Juan Pedro Lange, tomo 1;pág.197).
Cuando Jehová le dio los Diez Mandamientos a Moisés en el Sinaí, el cuarto (sobre el sábado) comenzó diciendo: "Acuérdate del día de reposo, para santificarlo" (Éxodo 20:8). Esto demuestra que ellos sabían que tenían que observar el sábado porque así lo estableció Dios en un principio.
Éxodo 16 es un ejemplo gráfico de todo lo anterior, pues vemos que antes de la dictación del Decálogo en el Sinaí era costumbre de la gente reposar en sábado. Moisés incluso reprendió a algunos que hicieron caso omiso del mandamiento.
Si hubiera estado en la voluntad de Dios que de un principio el sábado hubiera sido sólo un día más, jamás lo habría bendecido y santificado. Más Cristo incluso confirmó su autoridad sobre ese día (Marcos 2:28).
Muchos tienden a creer que el sábado sólo era observado desde el Sinaí, pero por los argumentos expuestos vemos que ello no es así. No obstante, a pesar de toda esta evidencia, es preciso comprender la naturaleza del sábado y cuál es su propósito por cuanto esa es la mejor manera para entender por qué creemos que el sábado fue guardado desde que fue instituido: Dios hizo el sábado en beneficio del hombre(Marcos 2:27), no sólo para que éste descansara de sus labores comunes de la semana, sino para que reposara espiritualmente en El. Dios apartó el séptimo día de la semana, porque quiere estar con nosotros. A veces en la semana no disponemos del tiempo que necesitamos para estar con Dios. El sábado es la solución a este problema. Por eso Dios lo llama Su "día santo" (Marcos 2:28; Isaías 58:13,14), de manera que si para Adán y Eva era un día santo, para nosotros también lo es.
Si fuera verdad que la gracia nos exime de guardar el sábado, o sea de la obediencia al cuarto mandamiento, la misma gracia nos permitiría desobedecer cualquiera de los otros nueve mandamientos. Sin embargo, observamos que todas las congregaciones cristianas enseñan que aquellos deben ser obedecidos, y reconocen el hecho de la obediencia como prueba de la salvación lograda por gracia.
La gracia no sólo nos otorga el perdón de nuestros pecados (Romanos 8:1), sino que nos da el poder para vencerlo cada día (Romanos 6:4)
De manera que ESTAR BAJO LA GRACIA NO ES VIVIR CON AUTORIZACION PARA DESOBEDECER LA LEY DE DIOS, sino recibir el poder divino que nos habilita para obedecerla.
El que vive bajo la gracia es el que ha aceptado el perdón de sus pecados por la fe en el sacrificio de Jesús, y ha recibido ese perdón sin pagar algo o realizar alguna obra especial. El perdón es gratuito, o sea, de gracia. Viene al caso la pregunta del apóstol Pablo que él mismo contesta: "¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?" (Romanos 6:1,12). Vale decir que el perdón recibido por gracia no nos es dado para que sigamos pecando. Ya no vivimos para pecar, estamos muertos al pecado.
¿Qué acciones constituyen pecado? "Todo aquel que comete pecado, infringe la ley, pues el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). Y para que sepamos a qué ley se refiere, citamos Romanos 7:7: "Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás".
"No codiciarás" es el décimo mandamiento de la Ley de Dios. De manera que si estamos muertos al pecado, significa que por la gracia de Dios ya no vivimos pecando voluntariamente. Así como el apóstol Pablo supo que la codicia es pecado, y la abandonó, podemos saber que la idolatría es pecado, porque lo dice el sexto mandamiento; o que el no santificar el sábado es pecado, porque lo indica el cuarto mandamiento. Lo mismo podríamos decir de cada uno de los Diez Mandamientos.
Concluimos que vivir bajo la gracia no solamente es recibir el perdón gratuito de nuestros pecados o desobediencias a la ley de Dios, sino que también es recibir el poder de su gracia para vivir una nueva vida. "Bástate mi gracia; porque mi poderse perfección a en la debilidad" (2 Cor.12:9).
Jesús sanó en sábado y permitió que sus discípulos cortaran espigas para alimentarse (Mateo 12:1). Estas conductas fueron consideradas como "transgresiones" del sábado por algunos judíos.
Pero ¿quién tiene mayor autoridad para determinar qué era lo correcto y qué lo incorrecto de hacer en sábado? ¿Jesús o los fariseos?. Cristo es el Señor del Sábado (Marcos 2:28), y él con amor reprochó a sus insidiosos acusadores y les dijo: "lícito es hacer bien en el sábado" (Mateo 12:12). No dijo "lícito es transgredir el sábado", sino que "lícito es hacer el bien en sábado", reconociendo implícitamente la vigencia del sábado.
En realidad los judíos confiaban mucho (y aún lo hacen) en sus propias tradiciones rabínicas por las cuales han adicionado muchas normas de conducta en el sábado, pero que no forman parte del mandato bíblico.
En consecuencia, no podemos unirnos a los judíos y pretender que Cristo transgredió el sábado porque lo que en realidad estaba haciendo era mostrarnos su real observancia. Jesús transgredió el sábado como era guardado por esos judíos, no cómo El mismo lo instituyó en la Creación (Génesis 2:1-3; Juan 1:1-3).
Cristo nos enseñó con su palabra y ejemplo la verdadera forma de observar el sábado. Una de ellas es hacer obras de misericordia. En Lucas 4:16 vemos que, siguiendo el ejemplo de Cristo, debemos asistir a la iglesia y estudiar las Sagradas Escrituras.
El registro bíblico jamás nos muestra a Cristo o a sus discípulos haciendo obras seculares en sábado, o dedicándose a la atención de sus negocios o de las tareas comunes de la semana. Por el contrario, conforme al mensaje de Isaías 58:13,14, el sábado es un día para deleitarse en el Señor, haciendo su voluntad, la que incluye entre otras cosas, hacer bien a los demás.
EL AMBIENTE en la sinagoga era tenso. Por un lado estaba Cristo, y por el otro los dirigentes religiosos de la época, llenos de celo y envidia. Y en medio de ellos se encontraba un hombre con su mano derecha paralizada, que anhelaba ser curado.
¿Cuál era el problema? Era día sábado, y según las tradiciones judías un milagro de curación violaría la santidad del día de reposo. ¿Qué haría este nuevo maestro ¿Respetaría la tradición y la autoridad de los escribas y fariseos?
Sin vacilar un momento, Cristo "dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada. Y ellos [los dirigentes] se llenaron de furor, y hablaban entre si qué podrían hacer contra Jesús" (5. Lucas 6:8-11).
Esta no era la primera vez que Jesucristo había despertado la enemistad de los líderes religiosos de su tiempo. Al comienzo de su ministerio le había dicho a un hombre enfermo que tomase su lecho y caminase, otro milagro maravilloso realizado en sábado. ¿Y cuáles fueron las consecuencias de esta obra de bien? "Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo" (5. Juan 5:16).
Notemos, sin embargo, que los fariseos estaban equivocados al acusar a Jesús de transgredir el sábado. Aunque no lo guardaba de la manera que ellos pensaban que debía hacerse, Cristo pudo decir hacia el fin de su vida: "He guardado los mandamientos de mi Padre" (5. Juan 15:10). En ningún momento desobedeció la voluntad expresa de su Padre tal como está presentada en el Decálogo. Su vida sin pecado demostró que los hombres, con la ayuda divina, pueden guardar los mandamientos.
La manera como Cristo guardaba el sábado no era aceptable para los dirigentes judíos, porque no estaba en armonía con las tradiciones y reglamentos farisaicos que ellos habían aplicado al día de reposo. Pero Jesús, mediante su ejemplo y enseñanzas, liberó al sábado de esas restricciones no bíblicas y restauró su significado para que cumpliese el propósito original de Dios: que fuese un día de comunión con Dios, un día de renovación física y espiritual, un día para hacer el bien a los demás.
Jesucristo acostumbraba asistir a los servicios religiosos que se celebraban en la sinagoga el día sábado. "Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura" (Lucas 4:16, versión católica Biblia de Jerusalén). Más tarde, cuando los dirigentes judíos lo rechazaron y excomulgaron a sus seguidores, se vieron forzados a reunirse en casas de familia y en salones.
La Biblia nos dice que "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Hebreos 13:8), y nos recuerda que los mandamientos de Dios son eternos (Salmo 119:152; 5. Mateo 5:17-18). Esto significa que si Jesús estuviera hoy en la tierra, continuaría su costumbre de adorar en sábado. Sin duda buscaría a sus seguidores para asociarse con ellos en las actividades sagradas del día de reposo que él mismo estableció.
Jesús es nuestro perfecto ejemplo. Por amor a él y mediante el poder de su gracia, es nuestro privilegio imitarle. "El que dice que permanece en él [Cristo], debe andar como él anduvo" (1 s. Juan 2:6).
Indudablemente la resurrección es un hecho trascendental e importantísimo para todo el mundo cristiano, pero Dios no fijó el primer día de la semana para conmemorar dicho acontecimiento, sino que para ello estableció el bautismo por inmersión (Romanos 6:3-6), ocasión en la cual el cristiano da testimonio de su fe en la resurrección de Cristo.
La Biblia es clara en señalar que "El que permanece en él (Cristo), debe andar como él anduvo" (Juan 2:6). Muchos citan la ocasión en que El apareció a sus discípulos después de su resurrección el primer día de la semana (Juan 20:19) como prueba de que deseaba instituir dicho día en lugar del séptimo para el servicio religioso. Sin embargo, éste no era su propósito. Cristo tenía la certeza de haber podido grabar en la mente de sus discípulos, durante tres años y medio, que su costumbre era la de observar el sábado. Jamás observó otro día, ni sus discípulos lo hicieron. Una sola reunión en un día distinto no sienta costumbre. La costumbre es un hecho repetido y constante en el tiempo, y la costumbre de Cristo, mientras estuvo en esta tierra, fue la de observar el sábado. Además que el contexto demuestra que ellos no estaban celebrando un servicio religioso, sino que estaban reunidos "por miedo de los judíos". Es más, en aquella ocasión Cristo reprendió a los apóstoles porque "no habían creído a los que le habían visto resucitado" (Marcos 16:14). Es decir, ni siquiera habían creído los informes referentes a su resurrección.
No existe ningún versículo que explique que el primer día de la semana conmemore la resurrección, de manera que la evidencia es elocuente.
Otro porcentaje de observadores del domingo, casi desesperadamente aducen evidencias históricas de que en la iglesia cristiana primitiva muchos comenzaron a guardar el primer día de la semana. Pero Juan 2:6 es más poderoso. El ejemplo de Cristo no fue en vano, ni se vio obligado a obedecer las tradiciones de los judíos. Cristo enseñó con su ejemplo en vida. Si diéramos más autoridad a estos primeros "cristianos" guardadores del domingo que al ejemplo de Cristo, estaríamos cayendo en el mismo error de los judíos que le daban más valor a sus propias tradiciones que a la voluntad de Dios.
De esta manera concluimos que el domingo no fue instituido para conmemorar la resurrección, y mucho menos puede sustituir el papel que cumple el sábado que Dios estableció desde la Creación.
Para comenzar, las comidas, las bebidas, los días de reposo o sábados mencionados en Colosenses 2:16, son identificados por el versículo 17, donde dice: "Todo lo cual ES SOMBRA DE LO QUE HA DE VENIR; pero el cuerpo es Cristo". Esto demuestra que Pablo se está refiriendo al ritual del templo y su sacerdocio levítico, pues en él había fiestas, comidas, bebidas y días de reposo o sábados que eran "sombra" o SIMBOLOS de Cristo (Hebreos 10:1).
La sombra anuncia que la persona que la proyecta pronto llegará, pero cuando llega "el cuerpo", dice Pablo, la sombra ya no interesa; y agrega que "el cuerpo es Cristo".
"La Pascua era un día de descanso, un "sábado" anual judío, celebrado con comidas y bebidas en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto. Desde que Cristo nos liberó de la esclavitud del pecado (Romanos 6:17,18), se constituyó en nuestra pascua "sacrificada por nosotros" (1 Corintios 5:7). Así, el apóstol reconoce en la Pascua una sombra de Cristo. La gran fiesta de la Purificación del Santuario, celebrada cada año el 10 del mes séptimo, otro día de descanso o sábado, también era una "sombra" de Cristo cumplida con su único sacrificio (Hebreos 9:23-26). Y lo mismo podría decirse de otras fiestas o días de reposo como los panes ázimos, el Pentecostés, las cabañas, etc (Véase Lev.23:4-44). De esta manera, contrariamente a lo que enseñarían esas "filosofías y huecas sutilezas" contra las que Pablo precavía a los colosenses, los cristianos no necesitaban tomar en cuenta para su salvación ese ceremonial simbólico, pues las "sombras" dejaban su lugar a la realidad: Cristo -Incluso, en ocasión de la crucifixión de Cristo, "el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló" (Mateo 27:51), con lo que se indicaba que el sistema típico había sido suprimido por Cristo-.
No podríamos decir lo mismo respecto al séptimo día, el día de reposo señalado por la ley de Dios, pues cuando fue establecido mediante la bendición y santificación del Señor (Génesis 2:1-3), aún no había entrado el pecado en el mundo, por lo tanto no podía habérselo establecido como sombra de algo que no había ocurrido. Obsérvese que el mismo mandamiento da como razón de su santificación la creación del mundo (Éxodo 20:8-11).("La Biblia Responde"; J.Armando Bonjour).
Anular la observancia del sábado es anular la creación y a su Creador, Cristo (Col.1:15-18; Mar.2:28). "El día de reposo semanal fue dado al hombre en el Edén, no como una sombra de alguna cosa venidera, sino como un monumento conmemorativo de la obra creadora de Dios" ("La Biblia Enseña"; nota pág.242).
De esta manera, las fiestas señaladas en el versículo 16, eran referencia directa a las fiestas simbólicas o "sombras" de Cristo del ritual del templo y del sacerdocio levítico, que ya no tenían objeto. Por lo tanto, si alguno no quería celebrarlas no cometía falta y por ese motivo no debía juzgárselo como transgresor (Romanos 14:10,13).
Después de la crucifixión de Cristo, hubo algunos judíos que hicieron caso omiso de la abolición de la ley ritual, y que predicaban la observancia de ella (Hechos 15:1,24). Los versos 28 y 29 de ese mismo pasaje, aclaran que el problema planteado en el Concilio de Jerusalén se refería a la ley de Moisés. Esteban fue acusado por los judíos por hablar de la abolición de la ley de Moisés (Hechos 6:13,14). Una acusación similar se levantó en contra de Pablo (Hechos 18:13). Como se demuestra, la acusación contra Esteban y Pablo no se basaba en ninguna violación de la ley Moral, sino en sus enseñanzas acerca de la ley ritual. Pablo admitió de que él era culpable de lo que los judíos llamaban herejía, simplemente porque difería de ellos respecto a la obligación de seguir observando la ley ritual (Hechos 24:14). Finalmente los apóstoles hicieron prevalecer la verdad
El pasaje dice textualmente: "El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche".
Los Hechos de los apóstoles fue escrito por el apóstol Lucas unos 35 años después de la resurrección de Cristo. La mayoría de los comentaristas aceptan que utilizó la manera bíblica de contar los días, respetada por los judíos y cristianos primitivos; vale decir, que el día comienza a la puesta de sol. El cómputo romano para contar el día de medianoche a medianoche, como se estila hoy, no aparece en los escritos del Nuevo Testamento; por lo tanto, la reunión de Troas tuvo que efectuarse en lo que nosotros llamamos "sábado de noche", pues a la puesta del sol comenzaba el primer día de la semana.
Dice el texto que Pablo "alargó el discurso hasta la medianoche", o sea, nuestro sábado de noche. A esa hora el joven Eutico se accidentó, después de lo cual habiendo "partido el pan y comido, habló largamente hasta el alba; y así salió" (versos 9 y 10).
Así queda claro que el apóstol Pablo salió de viaje después del alba, bien temprano, al aclarar o recién salido el sol. Mientras sus compañeros de viaje subieron al barco, él fue por tierra hasta Asón (vers.13), desde donde siguió con ellos. Con esto concluimos que después de la reunión nocturna del mismo día, en la parte clara de ese primer día de la semana, o sea el domingo por la mañana, el apóstol continuó su viaje.
Si alguien no pudiera aceptar que Lucas usó el cómputo bíblico para contar los días, y prefiere aceptar que ya había abandonado lo indicado por las Escrituras para plegarse a costumbres paganas de los romanos, lo cual no es fácil de aceptar, tampoco este texto puede usarse como prueba de que era COSTUMBRE la observancia del primer día de la semana, pues el mismo escritor se ocupó en indicar el motivo de la reunión: "Pablo les enseñaba, HABIENDO DE SALIR AL DIA SIGUIENTE" (vers.7). Esta explicación es muy importante, porque IMPIDE DAR OTRA RAZON. Si Lucas aclaró que la reunión de ese domingo fue porque Pablo había de viajar, ¿qué derecho nos asistiría, 20 siglos después, de indicar otro motivo? De haber sido costumbre observar el domingo, ésta hubiera sido la oportunidad de explicarlo. Pero al contrario, como si Lucas hubiera anticipado una equivocada interpretación futura respecto a esa reunión, dejó aclarada la razón de la reunión: el apóstol iba "a salir al día siguiente".
No es prudente hacerle decir a la Biblia lo que no dice, y mucho menos contradecir lo que dice con claridad. Por lo tanto, Hechos 20:7 no prueba en absoluto que era costumbre entre los cristianos del primer siglo celebrar reuniones en domingo. Esa fue una reunión ocasional, en la que se trató de aprovechar lo más posible la visita del apóstol a los creyentes de Troas.
LA CENA DEL SEÑOR EN ESA OCASION TAMPOCO PRUEBA QUE SE LA CELEBRO POR SER DOMINGO, PUES NO HABIA DIA FIJO PARA SU CELEBRACION. Cuando Jesús instituyó ese rito, fue jueves de noche. Aparentemente hubo un tiempo cuando se la celebraba todos los días (Hechos 2:46).En su carta a los corintios, el apóstol Pablo dice: "Así, pues, TODAS LAS VECES que comiéreis este pan, y bebiéreis esta copa, la muerte del Señor aununciáis hasta que venga" (1 Corintios 11:26). Así el apóstol reconoce que la celebración de la Cena del Señor se realizaba en ocasiones determinadas por las circunstancias, como lo fue en Troas.