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Rubén Román, Naguabo, Puerto Rico
Cristo pronto volverá y los impíos no podrán ver en gloria del Salvador porque ellos morirán con el inmenso resplandor. Los redimidos gozosos van a un milenio celestial y luego regresarán a la tierra de Canaán para gozar de vida eternal. Cristo nuestro Rey de Reyes lo podemos presenciar, que no han habido nunca otros que lo puedan igualar y con Cristo gozaremos una vida sin igual. Todos a Cristo glorificaremos por los siglos infinitos y por su amor tan bendito que El nos vino a prodigar y por nuestra obediencia pudimos en Cristo triunfar.
Autor desconocido
¡Aunque las mies no han dado fruto y la higuera no ha florecido, Aún mantengo la esperanza mía! ¡Porque sé en quien he creído, Tu no mientes, ni Te arrepientes Dios! Aunque la bruma me aceche por doquier, y el sol no levante resplandor sobre Tu promesa, ¡Aún mantengo la esperanza mía! ¡Porque ha sido Tu iniciativa, Nació de Tu corazón, Tu no fallas Dios! ¡Aunque la distancia siga ensañándose con migo, y el silencio me duela y me confunda, Aún mantengo la esperanza mía! ¡Porque sé que para Ti todo es posible, Tu tienes la última palabra, Tú eres soberano Dios! ¡Aunque se ha acallado la voz de la tórtola, y mi primavera haya perdido su fuerza, Aún mantengo la esperanza mía! ¡Porque sé que cuando Tú hablas es trueno Tu voz, Tu voz se oirá y harás florecer mi camino Dios! ¡Aunque no tenga una muestra de amor, y ni posea una razón para creer y esperar, Aún mantengo la esperanza mía! ¡Porque Tú alimentas mi esperanza, Susurrando a mi oído me haz amado y abrado Tú Dios! ¡Aunque venga el calor a ofuscarme, y la sequía quiera despertar en mi ser fatiga, Aún mantengo la esperanza mía!
Yo anduve el camino de la vida con paso fácil, lo seguí solo donde la conveniencia y el placer me llevaban, Hasta que un día, sin que yo lo esperaba, me encontré al Maestro, cara a cara. Teniendo por meta la riqueza y la fama Pensando en mi cuerpo, pero no en mi alma, Había entrado en la vida con pasión avara cuando halle al Maestro cara a cara. Construí mis castillos, perfectos, sin faltas, con torres que al cielo llegaban muy altas, jure gobernar con férrea vara, cuando halle al Maestro cara a cara, Me sentí apenado cuando le conocí, cuando su mirada la puso en mi, entonces sin fuerzas caí a sus pies, y toda mi obra sufrió un revés. En cuadro de ruinas todo se torno, y solo de Cristo el rostro se vio, yo clame entonces Oh hazme este vez, seguir las pisadas de tus heridos pies. Mi deseo ahora es almas salvar, ya que al fin mi vida la puede encontrar desde aquel momento, en que yo encontrara a mi fiel Maestro, cara a cara.
En relucientes nubes, Con gran poder y gloria, Para borrar la historia Que originó el pecar, Vendrá con sus querubines De majestad ceñido Jesús, el Rey ungido, Que al mundo ha de juzgar. Sí, ya vendrá, Su nombre Proclamarán los santos; Se escucharán los cantos... Y la triunfante voz Que al despertar al hombre Del sueño de la muerte, En vida se convierte, Porque es la voz de Dios. El mundo está gritando Desesperadamente. Ya todo ser viviente Enfermo está de horror. El hombre agonizando En sus tormentos, clama: Y sin saber proclama Que viene ya el Señor. Con ignorancia loca, Sin vueltas ni rodeo Exclama el hombre ateo Que Dios no volverá. Con actitud de roca Proclama endurecido Que el mundo siempre ha sido Y así siempre será. Viven los burladores Negando la promesa Y mueven la cabeza Ante la realidad. Ingratos y traidores, Porque en la falsa ciencia Apoyan su creencia Y ocultan la verdad. La evolución profana Escarba en los cimientos Y esconde los eventos, Como si la creación, Con fuerza soberana, No hablara en sus anales de todas las señales De nuestra redención. El huracán furioso Habla de espanto y muerte. El terremoto fuerte Que llena de terror, Como clarín grandioso Pregona estremecido Que el mundo está perdido Y viene ya el Señor. La envidia, los rencores, Los odios y la guerra Que imperan en la tierra, Dicen con claridad: ¡Mirad, oh moradores, que Cristo viene en gloria a darnos la victoria y la inmortalidad Feliz seré con impartir mi gozo.
Por Rudyard Kiplin
Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir; Cuando ofrezca tu camino sólo cuestas que subir; Cuando tengas poco haber pero mucho que pagar Y precise sonreír aún teniendo que llorar; Cuando el dolor te agobie y no puedas ya sufrir, Descansar acaso debes ¡pero nunca desistir! Tras las sombras de la duda ya planteada, ya sombrías, Puede bien surgir el triunfo; no el fracaso que temías. Y es más posible figurarse cuan cercano Puede estar el bien que anhelas y que juzgas tan lejano. Lucha, pues, por más tengas en la brega que sufrir Cuando todo está peor, ¡más debemos insistir!
Pedí a Dios ser fuerte, a fin de ejecutar proyectos grandiosos, y El me hizo débil, para conservarme en la humildad. Pedí a Dios que me diese salud, para realizar grandes empresas y El me dio la enfermedad, para comprenderlas mejor. Pedí a Dios la riqueza, para poseerlo todo, y El me dejó pobre, para no ser egoísta. Pedí a Dios el poder, para que los hombres necesitasen de mi, y El me dio la humildad para que yo necesitase de ellos. Pedí a Dios gozar de la vida, y El me dio la vida para que pudiese gozar de todo. Señor, no recibí nada de lo que pedí, pero me diste todo lo que necesitaba. Y casi contra mi voluntad, las oraciones que no hice fueron escuchadas. Alabado seas, oh Dios mío! Entre todos los hombres nadie tiene mas que yo
Cuando veas oscuro tu camino Y no tengas apoyo en derredor; Cuando sientas incierto tu destino Espera en el Señor. Cuando soplan los fieros aquilones Y ruja contra tí la tempestad, Y te cerquen espesos nubarrones, Espera en su Bondad. El universo entero está en su mano, Todo obedece su potente voz; El, de cielos y tierra es soberano. Espera en el Señor