Alabemos a Jehová

Por Julio César Santos
¿A quién iré Señor
si Tú sólo tienes palabras de Vida,
a quien iré mi Dios
si Tú sólo puedes sanar mis heridas?

Sólo Tú, Jesús
puedes calmar mi ansiedad.
Sólo Tu quietud
puede llenar a mi alma de paz.

De esa dulce paz
que este caído mundo no da,
de ese bello amor
que echa afuera al agobiante temor.

Espíitu Santo, cúbreme
con el manto de filial adopción.
Paracleto eterno, húndeme
en las aguas vivas de Tu unción.

Mi precioso Dios Trino
que mis ojos no pierdan la visión,
que Tu propósito Divino
está usando todo para mi bendición.

Gracias mi precioso y amantísimo Dios.
A Ti sea la gloria por todas las edades,
en el nombre de Jesús . . . Amén

Autor desconocido
Si no puedes ser pino alto y robusto
que en la cumbre se baña de esplendor,
no te aflijas por ello, sé un arbusto
pero entre los arbustos, sé el mejor.

Si eres césped tan solo en la pradera
embellece el camino con tus flores.
Y si tan solo un pececillo fueras
sé el encanto del lago donde mores.

No todos podemos ser capitanes,
si nadie es tropa, el esfuerzo es vano.
No tan solo hay lugar para titanes,
tenemos obra al extender la mano.

Si no fueras camino, sé vereda.
Sé una estrella si fueras sol.
No ser grande es la gloria verdadera
Cualquier cosa que sea, sé el mejor.

Por Raúl Villanueva
Y será justo a las tres
bajo el árbol de la vida.
¡La gran familia cristiana
en un sábado reunida!

Primer sábado glorioso
en la ciudad celestial...
Y allí a las tres de la tarde
en la cita espiritual.

Desde los confines,
los que esperan al Señor
y han seguidos sus caminos
con paciencia y con amor,

Se darán cita divina
en la tierra renovada
para disfrutar gozosas
de la promesa soñada.

Llegaremos a las playas
de la tierra celestial
y una mano antes herida
se extenderá fraternal.

Por anchas calles de oro
de la gran Jerusalén
estarán los que han amado
la paz, la justicia, el bien.

Y estaremos para siempre
en el añorado hogar,
donde la paz y la dicha
por los siglos han de estar.

Pero no olvides la cita.
Será en sábado a las tres...
¡Bajo el árbol de la vida
nos veremos otra vez!

Por Arturo Borja Anderson

Múltiples años he pasado ansioso
A tu puerta velando noche y día,

Y esperando me abrieras generoso,
He llamado y llamado con porfía.

Pero tu ingrato corazón que ignora
De mi insondable amor el justo enojo,

Me ha dejado llamar hora tras hora,
Sin correr de tu puerta el cruel cerrojo.

Mas Yo no vengo a demandarte abrigo,
Aunque estoy tan cansado y tengo frío...

Los ángeles de Dios están conmigo,
Cielos, tierra, la mar y todo es mío.

Yo quiero darte lo que tú no tienes:
A tu pecho la paz y la ventura,

Colmarte, sí, de celestiales bienes,
Y tornar en delicia tu amargura.

Vengo a ofrecerte mi amistad sincera,
La que te pruebo con mi mano herida...

¡Ay! posar a tu lado Yo quisiera
Esta noche tan triste de la vida.

Heme aquí, a la puerta todavía,
Llamo, llamo, el murmullo se asilencia,

Si me abrieras feliz me sentiría,
Haciéndote feliz con mi presencia.

Vendrán los años de amargura impía
En que llores tu triste desventura,

De salvación se habrá acabado el día,
Y excusa no tendrás en tu amargura.

Ya me voy lamentando tu dureza;
No he tenido de tí la bienvenida.

Yo quise darte celestial riqueza,
El mismo cielo con mi misma vida.

Yo no puedo violar esta morada
Que se me cierra sin mirar mi anhelo:

Sin voluntad, mi amor sería nada,
Y muy triste también el mismo cielo.

Llamaré con paciencia en otra puerta,
En otro corazón tal vez ansioso,

Allí Yo sé que al encontrarla abierta,
Feliz seré con impartir mi gozo.

Todos los días yo pido a Cristo
Siempre me libre de tentación
el enemigo será vencido
si permanezco en su relación

Maravilloso y fiel su nombre
Nunca condena al pecador
Su misión siempre es salvar al hombre
y protegerlo del tentador.

Cada mañana al levantarme
le pido ayuda para mi mal
ya que mi angustia es tan enorme
que sólo Cristo me puede salvar.

Te agradeceremos eternamente
porque ere digno de todo honor.
Tu sólo eres omnipotente.
¡Oh. Dios eterno, mi Salvador!

Por eso quiero hoy alabarte
porque eres todo, mi rey Señor
con buen deseo de manifestar,
dándome siempre tu gran amor.

Entre preciosas praderas y arroyos
y las demás cosas que Dios ha creado,
podemos ver en el hombre el meollo,
el día sexto antes del sábado.

Con sistemática sabiduría y amor,
Dios lo había bien planificado,
de darle al hombre ese gran honor,
ser el co-dueño de este prado.

Una hermosa y simpática mujer,
Dios le había a ese varón regalado,
para que en todo tiempo y proceder
ella se mantuviera a su lado.

Había un árbol bien ostentoso
con frutas apetitosas y codiciables,
la hizo separar de su esposo
al sentir diferente deseo dudable.

Eva hizo mal decisión.
al tener su libre albedrío,
el diablo le lanzó tan aguijón,
ella débil cedió al desvío.

Adán puso todo du amor
en aquella maravillosa criatura,
no tuvo ese gran valor
de darle a su Dios la premura.

Hasta entonces el diablo altivo
llevaba una sínica y gran ventaja,
con astucia alcanzó el objetivo
que el primer hombre se fatigara.

Dios tuvo que hacer alarde
para enviar a su único hijo,
cuatro mil años más tarde,
cumpliéndose el tiempo fijo.

Sintió un anhelo profundo
por salvar a toda costa la raza humana
dejó el cielo y vino a este mundo
para purificarnos y darnos mente sana.

Pero Cristo vino aquí y murió
y nos dijo que tengamos plena confianza en él.
Porque en la cruz todo lo decidió.
Pronto al pecado y a Satanás lo va desaparecer.

Demos hoy a Cristo gracias
porque con ansia nos rescató
de esa terrible y fatal desgracia,
y también a todos nos invitó,
para vivir con él en su eterna casa.

Amén.

Por Daniel Nuño
No trates de acelerar el proceso creador
Mejor, aprende a esperar,
y así podrás comprobar que Él lo sabe hacer mejor.

Si necio intentas abrir un capullo, vana cosa.
Por ayudarla a salir, lo que harás es destruir
a la bella mariposa.

Para todo lo creado hay un plan preconcebido.
Dios tiene un tiempo fijado que debe ser respetado
para cumplir su objetivo.

El tiempo en El no hace mella. Nuestro Dios no tiene prisa.
Desde una hormiga a una estrella, su sabia y hermosa huella
provoca nuestra sonrisa.

Por tanto, no te impacientes y espera en El confiado.
Dios obrará sabiamente sobre tu vida y fielmente
jamás serás defraudado.

Si anhelas Su Bendición, ten paciencia y vive atento,
buscando su orientación.
Y tendrás contestación siempre a su debido tiempo.

No hagas caso al comentario de que así el tiempo has perdido,
sino todo lo contrario.
Esperar es necesario para ser fortalecido.

Nosotros somos "patanes" al lado del gran Maestro.
Son vanos nuestros afanes ...
Dios obra según sus planes para beneficio nuestro.