¿Quién es el verdadero Israel?
{ Autor Desconocido }
¿Fallaron las promesas de Dios porque Israel no honró los términos del Pacto? ¿Se transfirieron las promesas a otra "nación" a quien Jesús dijo que el reino sería dado? ¿O debemos esperar que Israel sea restaurado al favor divino? Se clarificarán completamente todas esas preguntas cuando establecemos una regla básica de interpretación profética. Sin este principio nadie puede entender propiamente los libros de Daniel y Revelación, ni podemos identificar el Israel de hoy.
La regla dice que hay cumplimiento local y literal para las profecías que simbolizan un cumplimiento mundial y espiritual. Al aplicar este principio a las escrituras del Antiguo Testamento no hay confusión acerca del lugar de Israel en la profecía y la historia. Todas las promesas gloriosas eran principalmente bendiciones inmediatas que Dios quería dar a Israel. Pero en un sentido secundario apuntan a un cumplimiento más grande, espiritual, a un nivel mundial. Aunque el cumplimiento local falló cuando Israel dejó de ser fiel, no se anularon las promesas pues Dios puede otorgarlos a quienes El desea hacerlo. La promesas se honrarían, pero con la "nación" que Jesús dijo que reemplazaría a los Judíos como nación. ¿Quién es esa nación?
Pedro los describe diciendo "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas á su luz admirable. Vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo, mas ahora sois pueblo de Dios; que en el tiempo pasado no habíais alcanzado misericordia". (1 Pedro 2:9,10). Esta es la nación que reemplaza a Israel. Los gentiles quienes recibimos al Mesías ahora entramos en el Nuevo Pacto. Los que no eran del pacto llegaron a ser el Israel espiritual de Dios.
¿Recibirán las promesas hechas a la descendencia de Abrahán? ¡Claro que sí! Pablo dijo: "Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente la simiente de Abraham sois, y conforme á la promesa los herederos". (Gálatas 3:29). Pablo lo hace más claro en Romanos 9: 6-8: "No empero que la palabra de Dios haya faltado: porque no todos los que son de Israel son Israelitas; Ni por ser simiente de Abraham, son todos hijos; mas: En Isaac te será llamada simiente. Quiere decir: No los que son hijos de la carne, éstos son los hijos de Dios; mas los que son hijos de la promesa, son contados en la generación".
En otra ocasión, Pablo escribió: "Porque no es Judío el que lo es en manifiesto; ni la circuncisión es la que es en manifiesto en la carne: Mas es Judío el que lo es en lo interior; y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no es de los hombres, sino de Dios". (Romanos 2:28,29).
Ezequiel y Amós profetizaron sobre un nuevo templo. "En aquel día yo levantaré el tabernáculo de David, caído, y cerraré sus portillos, y levantaré sus ruinas, y edificarélo como en el tiempo pasado" (Amós 9:11 y Ezequiel capítulos 40 al 48). Muchos intérpretes modernos aplican esta promesa a alguna construcción futura de un templo. Pero el principio de interpretación profético dice que hay un cumplimiento secundario, espiritual. El Nuevo Testamento confirma esto al explicar cómo se ha cumplido la profecía de Amos. "Simón ha contado cómo Dios primero visitó á los Gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre; Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré Y restauraré la habitación de David, que estaba caída; Y repararé sus ruinas, Y la volveré á levantar;" Hechos 15:14-16. El cuerpo de Cristo, la iglesia, es ahora el templo (1Corintios 3:16) y somos el "piedras vivas" de esa "casa espiritual" (1 Pedro 2:5).
Más evidencia profética la obtenemos del libro de Daniel. Daniel profetizó 490 años de gracia para Israel como nación. La profecía se cumplió al apedrear a Esteban en el año 34. En acuerdo con esta profecía Jesús le predicó a los judíos porque El estaba consciente que aún había tiempo de gracia para Israel (Vea Lucas 2:1-16). Por eso instruyó a sus discípulos a predicar a los judíos primero, luego iba a haber suficiente tiempo para predicar a nosotros, los gentiles.
Algunos se confunden por la mucha terminología del Antiguo Testamento presente en el Nuevo Testamento para describir a la iglesia, palabras como reino, nación, Israel, templo, Jerusalén, Sión, tribus de Israel. Pero esto no contradice, sino amplía el panorama.
Si las palabras de los profetas y los apóstoles no son suficientes para demostrar nuestro punto, escuchen las palabras de Jesús. Hablando a los fariseos, El les dijo "Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado á gente que haga los frutos de él" (Mateo 21:43). Esto era tan claro en las escrituras que los autores del Nuevo Testamento asumieron que todo el mundo sabía que la iglesia reemplazaría a Israel como portador del Evangelio al mundo en el mundo.