El anhelo de Pablo
{ por rafael@estudiandolabiblia.com ©2004 }
"Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mi el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Más si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros." Fil. 1:20-24
Cuando estudiamos la Biblia, tenemos que entender que todo versículo tiene un contexto y un marco histórico, en el cual el documento, el libro o la carta, son dirigidos y necesitamos entender el marco histórico y el contexto para poder comprender el pasaje o versículo.
La Epístola a los Filipenses fue escrita en Roma durante el primer encarcelamiento de Pablo en esa cuidad. Habían pasado más de diez años desde que Pablo predicara por primera vez el Evangelio en Filipos. Lucas describe las circunstancias de la primera visita del apóstol a Filipos (Hech. 16).
Varios años mas tarde, cuando regresaba a Jerusalén después de terminar su tercer viaje misionero, Pablo se detuvo otra vez en Filipos. Era el tiempo de la pascua, y el apóstol la observó con los creyentes. Debe haber disfrutado de unos días de pacifica y feliz comunión que le fue concedida junto con aquellos que se encontraban entre los mas amados y leales de todos sus conversos (Hech. 20:6).
Pablo regresó a Jerusalén, y poco después fue arrestado y encarcelado en Cesarea por lo menos durante dos años (Hech. 24:27). Entonces tuvo lugar su viaje a Roma, donde vivió "dos años entero en una casa alquilada" (Hech. 28:30).
Durante este encarcelamiento Pablo escribió, sin duda, su epístola a la iglesia de los filipenses y también las cartas a los colosenses, a los efesios y a Filemon. Pablo fue aprisionado dos veces, y en su segundo aprisionamiento, fue muerto.
Notemos Fil. 1:1-2; 13-14: "Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos: gracias y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo." "de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Y la mayoría de los hermanos, cobrando animo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor."
Pablo sospechaba que no había llegado el momento de morir y que pronto iba a se dejado en libertad, y es en este contexto y marco histórico que debemos de estudiar los versículos 20-24. Las prisiones de Pablo habían servido para que otros se atrevieran a predicar el Evangelio sin temor, pero lo que realmente quería y anhelaba Pablo era no ser avergonzado, es decir, o por fallas en su propia vida o por ser rechazado por Cristo. No está anticipando tales desastres sino que, confiando en el triunfo, expresa más bien el deseo de que no ocurran.
Pero, ¿Cuál realmente era el anhelo y deseo continuo de Pablo?
Leamos: "porque el continuo anhelar de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios." "y no sólo ellas, mas también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, es a saber, la redención de nuestro cuerpo." (Rom. 8:19,23)
Fijémonos que según el mismo Pablo su anhelo no es ir al cielo al morir, sino la redención de su cuerpo. Y en los versículos 20-24 Pablo dice que Cristo va a ser magnificado, pero ¿Cómo? Magnificar es engrandecer o celebrar una grandeza que ya existe. El cristiano no puede engrandecer más a Cristo, pues en él reside toda grandeza, pero puede magnificarlo delante de los demás con su testimonio personal, a través de una vida santificada que testifica a otros del poder de Jesús para cambiar las vidas. Y Pablo magnifica a Cristo a través de su vida.
El mismo Pablo nos lo explica dos capítulos mas adelante: "Pero las cosas que para mí eran ganancias, helas considerado pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun considero todas las cosas pérdida por el eminente conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo."
Pero, ¿Qué pasa si Pablo muere; entonces cómo es magnificado Cristo?
"De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más mozo, te ceñías, e ibas donde querías; mas cuando ya fueres viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Y esto dijo, dando a entender de qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, dícele: Sígueme." (Juan 21:18-19)
Esta fue la misma experiencia de Pablo, que fue martirizado, los mártires testifican y glorifican a Dios con sus muertes, como el caso de Esteban en Hechos 7.
Pablo estaba allí cuando Esteban fue martirizado y la paz y la actitud de Esteban, les dijeron a Pablo y a muchos de que él tenía algo, creía en alguien que en esos momentos le estaba dando fortaleza para pasar por la prueba, de que tenía una fe en Cristo que era verdadera.
La afirmación de Pablo no es la de un pesimista que dice: "la vida no es digna de vivirse", no es la de uno que ya está aniquilado, que ya no puede disfrutar de la vida, ni la de un santo cansado y agotado por sus tareas, con deseos de terminar con sus pruebas y persecuciones. Pablo no estaba amargado, ni era adusto o cínico. La declaración de que para él morir es ganancia, se refiere a un tema mas elevado que sus propias perspectivas: "se preocupaba por ensalzar a Cristo. Si su Señor creía que lo mejor era que diera testimonio mediante su vida y ministerio, representaría debidamente a Cristo; pero la muerte de un justo también puede ser una poderosa confirmación de la eficacia del Evangelio de la gracia. El contraste entre su muerte y la muerte de alguien que muere sin esperanza seria tan notable, que su influencia beneficiaría al reino de Cristo. Los corazones se conmueven y se enternecen por la tranquila seguridad y la confianza de aquél cuya esperanza radica completamente en su Dios, aun en la hora de la muerte. El cristiano no tiene nada valioso que perder debido a la muerte, pero sí mucho que ganar. Se libera de tentaciones, pruebas, fatigas y dolores, y en la resurrección recibe una gloriosa inmortalidad.
Esto es lo que Pablo expresa en Fil. 1: 20-21. No dice cuando mi alma salga volando al cielo. Pablo tenía muchas vicisitudes como él mismo lo expresa en 2 Co. 11:22-33. Entonces sería un descanso el morir para Pablo.
Fijémonos otra vez en el contexto de Fil. 1:22-23: "Mas si el vivir en la carne, esto me será para fruto de la obra, no sé entonces qué elegir. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de ser desatado, y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor."
Vivir en la carne es estar vivo; porque para Pablo carne y sangre es esta vida presente. El seguirá predicando y ganando almas para el Señor: "A causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual habéis oído ya por la palabra verdadera del Evangelio. El cual ha llegado hasta vosotros, como por todo el mundo; y fructifica y crece, como también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad." (Col. 1:5-6).
Pablo nos presenta dos opciones: Seguir viviendo o morir; y entre estas dos opciones él no sabe cual escoger. Pero al final del versículo 23; nos presenta una tercera opción: "partir con Cristo y estar con él".
Ahora bien; ¿Cuándo esperaba Pablo partir o ser desatado y estar con Cristo?
"Por lo cual, os decimos esto en palabra del Señor; que nosotros que vivimos que habremos quedado hasta la venida del Señor, no seremos delanteros a los que durmieron." (1 Tes. 4:15). Pablo esperaba estar con Cristo en su segunda venida, no cuando él muriera. Pablo escribió esto al principio de su ministerio, él esperaba estar con Cristo por medio de la traslación de los vivos; en Filipenses Pablo no dice que quiere morir para estar con Cristo inmediatamente, o que su alma inmortal va a ir al cielo cuando él muera.
Leamos otra vez el versículo 24: "Empero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros". El anhelo de Pablo era engrandecer, magnificar a Cristo; en vida predicando el Evangelio y atendiendo a las necesidades de la iglesia; y si muere, morir testificando por Cristo; o como nos dice al final del verso 23, estar vivo cuando Cristo venga lo cual es mucho mejor porque no muere y recibe la redención.
Vayamos a 2 Tim. 4:6-8: "Porque yo ya estoy para ser ofrecido, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corana de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida."
Es interesante notar el tono de estos versículos. Pablo escribió esta epístola estando preso por segunda vez; y en esta ocasión él sabe que va a morir. Dice que el tiempo de su "partida está cercano"; ¿partida hacia dónde? No dice aquí para el cielo; Pablo va a ser ofrecido como mártir por su fe, y su partida es su muerte.
Estos versículos son bien claros: según estos versículos, ¿Cuándo esperaba Pablo estar con Cristo? ¿Cuándo Cristo venga o Pablo muera?
El mismo Pablo, en el mismo libro de Filipenses nos dice cuál era su esperanza:
"A fin de conocerle, y la virtud de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, en conformidad a su muerte" (Fil. 3:10).
"Mas nuestra vivienda está en los cielos; de donde también esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo. El cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con la cual puede también sujetar a sí todas las cosas" (Fil. 3:20-21).
Es evidente que Pablo quería estar con Cristo; su anhelo era glorificar a Cristo a cada instante de su vida, y si moría; quería también con su muerte glorificar a su Señor. Pero él sabía que para estar con Cristo personalmente, Cristo tenía que venir estando él vivo; o morir y no irse al cielo su alma inmediatamente sino cuando Cristo venga y resucite a los que duermen en él.
Tomar estos escritos de Pablo y tratar de enseñar con ellos la inmortalidad del alma, y de que nos vamos derechito al cielo es torcer las Escrituras y no entender la luz de verdad que Dios nos arroja a través de estos versículos.
Debemos de vivir una vida como la de Pablo si queremos ir al cielo y estar con Cristo. Debemos de glorificar y magnificar al Señor a cada instante de nuestras vidas, con nuestros actos, nuestras palabras, con nuestro trabajo secular y el trabajo misionero, glorificar a Dios con todo lo que tenemos y hacemos, con nuestro tiempo, con nuestro cuerpo. Así fue que vivió Pablo y esta es la lección que él nos muestra en estos versos. No que el alma es inmortal. Y si hemos de morir antes de que Cristo venga; aun muriendo testificamos que creemos en el Rey del universo. ¡Aleluya!
Porque como lo dijo el propio Pablo: "Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a se espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres" (1 Co. 4:9).