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Autor desconcido
Aunque la Biblia es el libro más difundido, no necesariamente es el más leído y comprendido. El descuido de su lectura no beneficia. Las apariencias engañan. El conocimiento fragmentado y confuso de algunos pasajes de la Escritura, por parte de un novato seminarista lo ilustra muy bien.
Cuando éste estaba ingresando en el Seminario, se le preguntó qué parte de la Biblia le gustaba más. "Bien, lo que más me gusta es el Nuevo Testamento", contestó. ¿Qué libro te gusta más del Nuevo Testamento? "Oh, por mucho, el que más me gusta es el Libro de las Parábolas", contestó el seminarista. "¿Sería tan amable de relatarme una de esas parábolas?". El joven complació a su interrogador y comenzó diciendo: "Una vez un hombre descendía de Jerusalem a Jericó y cayó entre ladrones. Y las espinas crecieron y ahogaron a aquel hombre. Y él se fue y se encontró con la Reina de Seba y ella le dio a aquel hombre mil talentos de oro y plata y diez mudas de ropa. El se subió en su carro y lo guió furiosamente; y mientras pasaba debajo de un gran alcornoque, su pelo se enredó con una de sus ramas y así quedó colgando de aquel árbol. El hombre colgó allí muchos días y muchas noches y los cuervos le trajeron comida para comer y agua para beber.
Y una noche mientras el colgaba dormido, su esposa Dalila, se acercó y le cortó el pelo. Aquel hombre cayó en terreno pedregoso. Y comenzó a llover y llovió cuarenta días y cuarenta noches. Y se fue y se escondió en una cueva. Salió y se encontró con un hombre y le dijo: "Ven y cena conmigo en mi cueva", pero el hombre contestó, "No puedo porque acabo de casarme y he comprado unas juntas de bueyes y voy a verlas". Y el habitante de la cueva salió por los atajos y los caminos, y forzó a la gente a entrar.
El hombre salió y llegó a Jericó y allí vio a la Reina Jezabel sentada alto en una ventana y cuando ella lo vio, se rió de él, y él dijo: "¡Échenla abajo!", él dijo: "¡Échenla abajo!", otra vez. Y ellos la echaron abajo setenta veces siete. Y recogieron los fragmentos en doce cestas y ahora, lo que yo quiero saber es ¿de quién será ella esposa en el día de la Resurrección?
No faltes al Templo ... ...porque seas pobre. En Cristo todos somos ricos. ...porque eres rico. Te curaremos de ese mal. ...porque haga calor. Lo hace también en tu casa. ...porque llueva. ¿No vas al trabajo cuando llueve? ...porque vas tarde. Es mejor ser ultimo para entrar al Cielo que no entrar. ...porque tengas niños, porque de tales es el Reino de los Cielos. ...porque hay gente orgullosa. Lo hay dondequiera. ...porque hay "pecadores". Sólo los santos viven en el Cielo. ...porque estas cansado. Hay mucha gente que quisieran trabajar.
A orillas de un pequeño lago vivía una rana en compañía de las otras ranas. Cuando llegó el otoño las ranas empezaron a nadar hasta el fondo del lago para invernar. La rana las observaba y pensaba "Yo soy más lista que ellas, me quedaré comiendo y pasándolo bien hasta que llegue el frío y entonces me iré al fondo del lago para invernar". Cada día había menos ranas y sobraba más comida, y llegó el momento que ella era la única rana en el lago; todo era para ella.
Una mañana la tempertura amaneció bien fría y la rana pensó: "Hoy es el día para retirarme al fondo del lago, he sido más lista que todas". Se arrastró lentamente hacia el lago, casi no podía moverse, pero por fin llegó a la orilla del lago y pensó "Lo logré". Reuniendo todas sus fuerzas dio un salto pero, para su sorpresa fue grande descubrir que el agua estaba congelada; y allí murió sobre el hielo. Al rato pasó un muchacho y al ver la rana dijo: "Que rana tonta". Le dio una patada y la rana patinó sobre el hielo.
Muchas personas son como esta rana, Dios los ha llamado para que sean salvos y le sirven, y piensan: "Lo aceptaré después que haya gozado la vida", "cuando mis hijos crezcan" o "cuando mi esposa se meta conmigo en la iglesia"; y así siguen creciendo las excusas. La verdad es que a millones se les hizo tarde y murieron perdidos, y en el velorio decían: "Tan bueno que era" , "Era buena gente".
Pueden decir muchas cosas lindas de tí o de mí, pero, si mueres lejos del Señor, mueres perdido y aunque la gente digan: "Dios se lo llevó", la realidad es que con Dios nunca estará.. Dice la Biblia en Hebreos 3:15 "entre tanto se dice: Si Oís hoy su voz, no Endurezcáis vuestros corazones como en la Provocación." Hoy es tu día de salvación, acepta a Cristo como tu Salvador y sírvele antes que se te haga tarde.
Hace algunos años se publicó una postal Navideña que llamó mucho la atención dicha postal se titulaba, "Si Cristo no hubiese venido." Tenía su fundamento en las palabras de nuestro Salvador, "Si yo no hubiese venido." La postal representaba a un pastor evangélico que en la mañana de Navidad, se había quedado dormido en su despacho y soñaba en un mundo en que Jesús nunca había venido.
En su sueño, creía que estaba en su casa y no podía ver las botas y calcetines que los niños colocan junto a la chimenea, ni campanillas de Navidad, ni coronas de acebo, ni Jesús para consolar, alegrar y salvar. Salió por las calles y no encontró iglesias con sus aspirales señalando hacia el cielo. Volvió a casa, se sentó en su biblioteca, pero todos los libros que hablaban del Maestro habían desaparecido.
Sonó la campana de la puerta y un joven le dijo que fuese a visitar a su pobre madre que estaba muriéndose. Inmediatamente se fue con el hijo desconsolado para confortar a la madre, y al llegar a la casa se sentó a la cabecera de la cama y dijo, "Tengo algo que podrá consolarla." Abrió su Biblia para buscar una promesa muy conocida, pero su Biblia terminaba en Malaquías y no había ni Evangelio ni promesa de esperanza y salvación, así que lo único que pudo hacer fue inclinar la cabeza y llorar con ella con amargura y desesperación.
Dos días después, se encontraba junto al ataúd de la mujer, conduciendo el entierro, pero no había mensaje de consuelo, ni palabras referentes a la gloriosa resurrección, ni un cielo abierto, sino solamente "polvo y polvo, cenizas y cenizas," y una larga y eterna despedida. Finalmente se dio cuenta que "Él no había venido" y comenzó a llorar amargamente en su amargo sueño.
De repente despertó, y dio un gran grito de gozo y alabanza cuando oyó cantar al coro de su iglesia que estaba junto a su casa:
"Venid, fieles todos, alegres y triunfantes, Venid, venid y marchemos a Belén Y al Rey de los ángeles nacido veremos Venid, adoremos a Cristo el Señor."
Alegrémonos y gocémonos hoy porque "Él ha venido." Y recordemos el mensaje del ángel, "He aquí os traigo nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo, que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor." (Lucas 2:10, 11.)
Dos marinos irlandeses viajaban a bordo de un barco. Uno de ellos, corriendo hacia el otro, le gritó: Este barco se está hundiendo. El otro le contestó "Déjalo que se hunda... no es nuestro."
El rumbo de tu vida es un asunto muy serio. Como cualquier otra cosa que haces, tienes que pensar qué estás logrando con ello. "¿Dónde estaré mañana?" "¿Hacia dónde me dirijo?" Si no tienes la solución, hoy te decimos que Cristo es la solución a todos tus problemas, Él es la contestación a todas tus dudas, Él es el Capitán del barco. Si no has hablado con Él hace tiempo, háblale, que Él te espera.
Por Edna May Olsen
En INGLATERRA, cuándo los carros empezaron a ser lo suficientemente comunes para amenazar a los peatones, alguien propuso la idea de hacer áreas de cruce (cruzacalles) en los cuales la gente podría cruzar de manera segura de un lado de la calle a la otra. Se pintaron rayas blancas en las calles, y se pusieron postes con rayas blancas y negras con grandes esferas anaranjadas encima para identificar estas áreas de cruce para tanto peatones y los conductores.
Un día, poco después de pintar las áreas, el Rey Jorge y la Reina María iban paseando por Londres y vieron los cruzacalles pintados. El rey decidió ver cómo eran personalmente. "Estaciónase al final de la calle por un minuto.", el rey ordenó a su chofer, "Quiero ver cómo funcionan estos cruzacalles." El chofer se detuvo y se estacionó. El rey, sin mirar para ver si alguien venía, bajó de su carro y comenzó a cruzar la calle.
Un coche venía bajando la a prisa calle hacia él. El conductor pisó los frenos y vino a parar a apenas unas pocas pulgadas del monarca asustado. "¿Qué haces idiota?" gritó el conductor. "¿No sabe que debes mirar en ambas direcciones antes de cruzar la calle?" Entonces, con coraje siguió su camino. Cuando el rey volvió a su carro, él se quejó a la reina, "Nunca me han hablado de ese modo así antes. ¿No sabía ese hombre quién soy?" "Estoy segura que él no sabía quien eres", dijo la reina apaciguando al rey, "o él habría sido más cortés. La mayoría de la gente no esperan ver al rey cruzando la calle llevando la ropa común. Ellos te reconocen sólo por los retratos, en que usted viste en ropa de gala y llevando una corona."
Cuando Jesús vino a la tierra como un bebé, muy pocas personas Le reconocieron. Ellos pensaban que el Mesías vendría como un gran rey. Aún Su propia familia no Le reconoció. Sólo un puñado de pastores y hombres sabios reconocieron a este bebé como El Dios Viviente, venido a la tierra para morar entre nosotros. Hoy, todavía hay muchas personas que no saben reconocer a Jesús. Pero, EL VIVE y vive entre nosotros mediante Su iglesia y el Espíritu Santo en nosotros.
Cuando Jesús vuelva, entonces vendrá como un rey acompañado de huestes angelicales y vestido en gloria y honor. Entonces cada ojo Le reconocerá.
El pueblo de Israel, debido a su temor y ansiedad, "tentaron a Jehová" (vers. 7). Airados, y temiendo morir de sed en ese desierto caliente, amenazaron con apedrear a Moisés. La crisis apenas se describe en sus rasgos esenciales, pero el momento sin duda fue crucial. Quedó por cierto marcado en la historia del pueblo. Siglos más tarde, el Senor recordó a Israel este acontecimiento, por medio del salmista David: "En la calamidad clamaste, y yo te libré; te respondíen lo secreto del trueno; te probé junto a las aguas de Meriba" (Sal.81:7).
Durante la Segunda Guerra Mundial, las condiciones de un pequeño poblado adventista en la isla de Bougainville, desmejoraron en forma alarmante. Japón controlaba las islas del norte del archipiélago de las Salomón. Como estaban escasos de alimentos, invadían los huertos locales tan pronto como los productos comenzaban a madurar. Cuando comenzaron a darse casos de combate entre los habitantes locales y los invasores, los aldeanos comenzaron a temer por sus vidas. Los dirigentes cristianos recordaron una alta meseta situada en una de las cadenas de montañas. Una noche, los habitantes de la aldea desaparecieron en la jungla sin hacer ruido. La fortaleza de la montaña los mantuvo escondidos, y parecía que sus provisiones les durarían hasta que sus hortalizas y sembrados les comenzaran a producir.
A medida que la estación seca avanzaba, la provisión de agua comenzó a escasear. Los aldeanos buscaron una vertiente, y encontraron un lugar húmedo al pie de una pared rocosa. Se reunieron alrededor, y oraron para que saliera agua de la roca. Cuando terminaron de orar, contemplaron asombrados cómo la humedad aumentaba en forma paulatina, y luego la roca comenzó a gotear. Pronto todos pudieron comenzar a llenar de agua sus jarrones. Durante más de dos años, esa vertiente continuó goteando sin cesar; suplió así todas sus necesidades.
Jesús vio su oportunidad en la desesperanza humana. Los que no podían hallar esperanza para si mismos, encontraron esperanza en él.
Tenemos el derecho de buscarle cuando estamos en dificultad. El agua que fluye en respuesta a nuestra necesidad puede ser tan práctica como las aguas de Horeb, que calmaron la sed del pueblo, o tan intangible como el reavivamiento de nuestra fe y la renovación de nuestra esperanza. "Aquel en quien mora Cristo tiene dentro de si una fuente eterna de gracia y fortaleza".