9na Antología de Devocionales
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Lugares Insólitos
Autor desconocido
Caminaba yo un día y escuché un desesperado piar adentro. Encontré un pajarito golpeando sus alas contra la ventana. Si no hubiese gritado y piado, yo no hubiese escuchado, pero sus chirridos me llevaron a ir allá, abrir la puerta, y permitirle que volara libremente otra vez. Los hijos de Dios se meten a veces en lugares insólitos y en circunstancias desdichadas. Consideremos los siguientes incidentes:
Jonás en el vientre de un pez, huyendo de Dios (Jonás 2:1).
David en territorio enemigo actuando como un loco (1 Samuel 21:10-15).
Abram en Egipto mintiendo acerca de su esposa (Génesis 12:10 13).
Lot en Sodoma viviendo con los malvados (Génesis 13:12,13).
Elías en el desierto revolcándose en la autocompasión (1 Reyes 19:4).
Pedro en un patio negando a su Señor (Lucas 22:55-62).
Los hijos de Dios no deberían encontrarse en tales circunstancias, pero muchas veces es así.
¿Estás en un lugar donde no deberías estar hoy? ¿Estás lejos de Dios, sintiéndote derrotado, atrapado e infeliz? Si es así, clama al Señor, confiesa tu pecado y déjate restaurar por su abundante misericordia (1 Jn. 1:9). Dios está esperando escuchar tu clamor de arrepentimiento.
Dos ojos, dos oídos y una lengua
Autor desconocido
Un hombre una vez dijo “Si los hombres han nacido con dos ojos, dos oídos y una lengua es porque se debe ver y escuchar dos veces antes de hablar”. Aunque muchas personas no lo creen, no le hace daño a la lengua callar o ser prudente de vez en cuando. Las situaciones más adversas normalmente surgen por alguna indiscreción que uno mismo crea por no callar a tiempo.
Este mal ha sido acompañante de la raza humana desde que se pecó en el Huerto del Edén. Tanto así, que Salomón declara en algunos de sus proverbios que aún el tonto si guarda silencio es contado por sabio.
Hablar fuera de lugar o momento es una trampa grave para los hijos de Dios. Donde Pablo dice que los hechiceros, adúlteros y ladrones no heredan el Reino de los Cielos también incluye a los que hablan sucios y los chismosos. No vale la pena perder el Cielo por palabras que se lleva el viento (y tristemente a los oídos de los vecinos, los ángeles y a Dios que todo lo ve y oye).
Por ejemplo, un hombre de negocios llegó para que su barbero lo recortara. En su conversación le informó que estaba preparándose para hacer un viaje a Roma. El barbero, quien vino de Italia le dijo: "Roma es una ciudad sobrevalorada" ¿En qué línea aérea viajarás y en qué hotel te quedarás? Cuando el cliente se lo indicó, el barbero criticó la línea aérea por no ser confiable y del hotel le dijo que el servicio era horrible. Finalmente, le aconsejó que lo mejor fuera quedarse en casa. Pero el hombre de negocios insistió diciendo: "Es que espero cerrar un buen negocio, y luego tendré una entrevista con el Papa. El barbero sacudió su cabeza y dijo: "Sufrirás tan gran chasco tratando de hacer negocios en Italia y no me atrevería a asegurarte de que podrás ver al Papa. El sólo recibe a personas muy importantes."
Dos meses más tarde el cliente regresó a la barbería. El barbero le preguntó: "¿Cómo te fue?" El negociante le contestó: "¡Maravilloso!, el vuelo fue perfecto, el servicio del hotel excelente además, hice un tremendo negocio, y pude ver al Papa.
El barbero se quedó sorprendido: "¿De manera que pudiste ver al Papa? ¿Qué pasó?, “Me incliné y besé su anillo”, contestó el negociante. “No bromees, y ¿qué te dijo?” preguntó el barbero. "Bueno el miró mi cabeza y entonces me dijo: “Hijo mío, ¿dónde te dieron un recorte tan fatal?”
Oídos bien sintonizados
Autor desconocido
Dos hombres caminaban por una concurrida calle de una de las grandes ciudades de los Estados Unidos. De repente, uno de ellos, un naturalista, se detuvo y le preguntó al otro: "¿Oyes a ese grillo? No, "replicó su amigo. "Me gustaría encontrarlo. Los dos hombres se pusieron a buscar el insecto. Pocos minutos después el naturalista lo ubico en una hendedura de la pared de un edificio cercano. "¿Cómo lo escuchó dijo el amigo del naturalista?" En realidad no es nada extraordinario. Todo depende de cómo tengamos sintonizados los oídos" explico el naturalista, "Permíteme mostrarte lo que te quiero decir. Voy a arrojar en la vereda esta moneda, y tú obsérvala para ver cuanta gente se da vuelta para mirar". En cuanto la moneda tocó el pavimento, una docena de transeúntes se dieron vuelta aunque el sonido que emitió no era más intenso que el canto del grillo. Por eso el naturalista concluyó de este modo: "Nuestras mentes están estructuradas de tal manera que se concentran en lo que quieren escuchar".
La que decimos de nuestros oídos se puede aplicar también a nuestra conciencia. Mucha gente supone que la conciencia es la voz de Dios que les habla, pero eso no es totalmente cierto. La conciencia es sencillamente una facultad de la mente por medio de la cual nos pueden hablar Dios o Satanás. El Señor la usa para que nos demos cuenta de que hemos cometido un pecado; Satanás para torturarnos con sentimientos de culpa. Este último fenómeno resulta ilustrado para el hecho de que ciertas tribus africanas consideran que el nacimiento de mellizos es de mala suerte. Por lo común, los padres de tales criaturas los dejan a la intemperie para que mueran. Los padres renuentes a seguir esta costumbre experimentan sentimientos de culpa.
La conciencia recibe el molde del ambiente cultural en que nos desenvolvemos. Cuando este ambiente se basa en la Biblia, la conciencia es digna de confianza. Cuando no lo es, por lo común no es prudente seguirla. Si alguna vez no te sientes seguro de cuál es la voz que está hablando a tu conciencia, consulta la palabra de Dios.