Alabad á Jehová, naciones todas; Pueblos todos, alabadle. Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia; Y la verdad de Jehová es para siempre. Aleluya. Salmo 117;1,2

La muerte y la Resurrección

Mientras que la mayoría de las religiones presentan la inmortalidad del alma (que NO existe) como la solución al dilema de la muerte, la Biblia presenta uno mucho mejor: la resurrección.

Desde la época patriarcal, ya existía la promesa y la seguridad de la resurrección para los que confían en Dios.

Job lo demostró al decir: "Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo: Y después de deshecha esta mi piel, Aun he de ver en mi carne á Dios" Job 19:25, 26.

Abrahán lo hizo al ofrecer a Isaac como ofrenda en holocausto, pensando que Dios podía resucitar a su hijo para cumplir la promesa que Dios mismo le había hecho: "Y respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te parirá un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él por alianza perpetua para su simiente después de él." Génesis 17:19.

Pero llegado el momento, Dios en su amor por la humanidad, manifestó un anticipo de esta gran bendición en ocasiones.

Aunque no lo parezca, hay siete resurrecciones que relata la Biblia, o sean las de:

  1. Elías: el hijo de la viuda (1 Reyes 17).
  2. Eliseo: el hijo de la sunamita (2 Reyes 4).
  3. Jesús:
    1. la hija de Jairo (Mar. 5);
    2. el hijo de la viuda de Naín (Luc. 7)
    3. Lázaro (Juan 11)
  4. Pedro: Dorcas (Hech. 9)
  5. Pablo: Euticho (Hech. 20)

Estos siete no incluyen la resurrección de Jesús, piedra principal de todas ellas y efectuada sin instrumentalidad humana, ni el incidente singular de los huesos de Eliseo (2 Reyes 13:21).

Más aún, Jesucristo mismo nos los prometió que si morimos en sus brazos, es como si estuviéramos vivos: "Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis ignorando las Escrituras, y el poder de Dios. Porque en la resurrección, ni los hombres tomarán mujeres, ni las mujeres marido; mas son como los ángeles de Dios en el cielo. Y de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os es dicho por Dios, que dice: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos." Mateo 22:29-32.

Por ende, no hay porqué temer a la muerte. Ya la muerte fue vencida para siempre por Aquel que es la Fuente de Vida Eternal para todos los que Le invocan. Al morir nos salvó ya la resucitar de la muerte Cristo ya la venció, y nos prometió que vendrá a levantarnos en ocasión de su segunda venida.