Alabad á Jehová, naciones todas; Pueblos todos, alabadle. Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia; Y la verdad de Jehová es para siempre. Aleluya. Salmo 117;1,2

Romanos 3:28 vs. Santiago 4:24

{ Autor Desconocido }

El acercamiento del hombre hacia Dios ha sido tema de grandes dudas y controversias para la humanidad. Algunos han pensado que hay que actuar piamente para agradar al Soberano, otros creen que una vez salvos, siempre salvos, mientras otros creen que basta solo con creer.

Esta misma controversia suscitó en el cristianismo desde sus mismos orígenes. El adversario logró obscurecer las mentes de los hombres para así alejarlos de la verdadera comunión.

Algunas personas creen que a Dios se le debe sirve para obtener su gracia, ellos se basan en la siguiente declaración hecha por el apóstol Santiago "Veis, pues, que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe" (Santiago 4:24). Con esto creen que hay que hacer una serie de obras religiosos para "poner de su parte".

Otras personas opinan según lo dicho por Pablo en Romanos 3:28 "Así que consideramos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley".

Históricamente sabemos que estas fueron las posiciones de la Iglesia Católica y de Martin Lutero en la Dieta de Worms respectivamente.

Si aceptamos que ambos autores son inspirados por el Espíritu Santo, entonces tenemos una muy seria contradicción que resulta ser crucial ya que ambos son diametralmente opuestos en naturaleza. Ambas no pueden ser correctas, e implica que algunas personas son justificadas de una manera y otras personas por otra manera distinta (esto se presta para pensar que Dios tiene favoritismo para algunas personas y eso suena feo).

La Biblia nos dice que Dios desea ser adorado de una sola manera y que cualquier otro no será aceptada. Ejemplo tenemos en el caso de Abel y Caín, Ia rebelión de Israel en el Mte. Sinaí, los hijos de Aarón, el Rey Uzías y otros que deseaban acercarse a Dios a través de la adoración pero de manera incorrecta. De todos estos casos se desprende que nos acercamos a Dios por medio de la fe y no de los obras (aun el ladrón arrepentido demostró saber este principio eterno).

Si bien hemos concluido el modo de justificación, aun tenemos que contestar la pregunta porqué Santiago insiste en las obras para la justificación del hombre?

La contestación a esta pregunta se encuentra en los prop6sitos por los cuales estas epístolas fueron escritas.

Es bien conocido que durante los primeros años de Ia era cristiana al muchas personas de diferentes ideas religiosas entraron al Evangelio, pero no dejaron por completo todas sus ideas. Muchas continuaron con algunas de sus conceptos erróneos. Por esta razón varios apóstoles escribieron cartas para corregir algunas de estas situaciones.

Pablo le escribi6 a los Romanos para corregir la idea de algunos judos convertidos de que había que guardar las leyes ceremoniales para ser salvos (la circuncisión y otros). Pablo dejó entender que las obras no salvan, pues, si fuera así en vano murió Cristo.

Santiago, en contraste, le escribi6 a un grupo de creyentes que mal entendían la fe y entraron en una vida cristiana inactiva (peligrosamente cerca de la presunción). Pablo estableció la preeminencia de la fe sobre las obras (ya que todos por haber pecado estamos destituidos y la ley nos condena). Santiago amplia este concepto, pero no para recién llegados al Evangelio, sino para creyentes maduros que deben entender que una vez llegados por la fe al Evangelio, los obras son frutos de la voluntaria obediencia a la voluntad de Dios (manifestado en obras de caridad hacia toda persona que lo necesite sin restricción alguna)

De manera que podemos deducir y concluir que estos escritores bíblicos no están en desacuerdo, sino en acuerdo y que juntamente expresan el concepto de la justificación del hombre.